Cruzar el Trópico de Cáncer: así se vivió la tradición que convierte a cadetes del Gloria en marinos
El buque escuela de Colombia mantiene viva una tradición ancestral: el paso por las líneas imaginarias del mundo y el simbólico bautizo del dios Neptuno, un rito que marca la experiencia, el honor y la historia de cada tripulante.
El ARC Gloria avanza firme sobre el Pacífico mientras su tripulación cumple ocho días de navegación entre San Diego y Puerto Vallarta. La brisa fría del amanecer anuncia algo más que otro día en la mar: el velero embajador de los colombianos acaba de cruzar el Trópico de Cáncer, una línea imaginaria cargada de historia que, por siglos, ha marcado la vida de marinos en todos los océanos del mundo.
“Efectivamente, estamos cruzando en este momento el Trópico de Cáncer, lo estamos haciendo a la altura del sur de California”, explica el capitán de navío Héctor González, segundo comandante del buque. Con más de dos meses de travesía desde septiembre, el Gloria revive hoy una de sus tradiciones más importantes: el paso de pista, un rito simbólico que se realiza cada vez que el velero atraviesa uno de estos paralelos sagrados para la marina.
El capitán detalla la esencia de este momento: “Es una tradición que nuestra Marina y este buque mantienen desde hace más de 57 años. Hoy tenemos un compromiso con estos futuros marinos, esta tradición tenemos que seguirla viviendo con ellos”. Cada cadete que pasa la pista entiende que no solo cruza una línea en el mapa: entra en un escalón más profundo de la vida marinera, donde el respeto, la disciplina y el vínculo con el mar se sellan para siempre.
El fenómeno tiene, además, un valor geográfico y astronómico. El Trópico de Cáncer marca el punto más al norte donde el sol puede ubicarse directamente sobre la cabeza de un observador. “El cenit es el punto más alto cuando el sol está a mediodía sobre nuestras cabezas”, explica González. Y añade que, al cruzarlo, cambian incluso las condiciones de las aguas: de cálidas a frías o viceversa, según el rumbo.
Tradición en el ARC Gloria
Suministrada
Pero la tradición no termina ahí. A bordo del Gloria, cruzar un trópico implica también un bautizo simbólico del dios Neptuno, tradición marinera que se conserva en flotas de todo el mundo. “Si tú tocaste la palabra ritual, nosotros lo llamamos una tradición marinera; así como cuando el buque pasa Greenwich, el 180 o la línea del Ecuador, celebramos estas líneas imaginarias”, señala el segundo comandante. Es la forma en que la mar certifica a quienes ya han superado miles de millas y empiezan a sumar, una a una, las fronteras invisibles del planeta.
Para los cadetes, este paso simboliza crecimiento y experiencia. “Después de llevar más de seis mil millas navegadas en este crucero de entrenamiento, ya están teniendo mucha más experiencia. Y con el tiempo, cuando ellos van sumando estas líneas imaginarias, se fortalece ese ímpetu y esas ganas de seguir navegando”, afirma el capitán González.
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La travesía rumbo a Puerto Vallarta, donde los espera el embajador de Colombia y una agenda de representación diplomática y económica, también refuerza la misión del Gloria como instrumento de acercamiento internacional. “A través de nuestro embajador flotante… vamos a poder realizar unos mejores acercamientos”, destaca el oficial.