El alma del viento: cadetes de ARC Gloria protagonizan maniobra de velas en travesía por el Pacífico
En el marco del Crucero de Entrenamiento de Cadetes 2025, el buque insignia de la Armada vivió una de sus jornadas más simbólicas: el despliegue de sus velas, una maniobra de destreza.
El alma del viento: cadetes de ARC Gloria protagonizan maniobra de velas en travesía por el Pacífico
El mar se alzó con brisa noble y el buque escuela ARC Gloria, embajador de Colombia en los mares del mundo, respondió con un gesto ancestral: abrir sus velas al viento. Fue un día de maniobra, de precisión y de espíritu marinero, donde el orden y la disciplina se mezclaron con la emoción de quienes viven su primera travesía como guardianes del tricolor en altamar
Los tripulantes del ARC Gloria, entre ellos 66 cadetes en formación, participaron en la maniobra de velas. Desde la cubierta hasta lo más alto de los palos, el movimiento del Gloria fue un ballet de hombres y mujeres al servicio del mar. La orden resonó con autoridad: era momento de aprovechar el viento largo que soplaba desde popa. Bajo la dirección del capitán de Corbeta John Jairo Correa, jefe del Departamento de Cubierta, comenzó una coreografía precisa en la que cada maniobra se ejecutó con milimétrica sincronía.
El alma del viento: cadetes de ARC Gloria protagonizan maniobra de velas en travesía por el Pacífico
Foto: Blu Radio
Antes del ascenso, los alumnos pasaron por una rigurosa inspección. Cada arnés, cabo y mosquetón fue revisado con atención. El equipo de seguridad, impecable. Una vez listos, los cadetes treparon con firmeza por las jarcias, ascendiendo a las alturas donde el viento se convierte en aliado y desafío. Desde allí, desataron las velas con manos seguras y miradas decididas, mientras el buque, imponente, parecía despertar con cada paño que se desplegaba.
El alma del viento: cadetes de ARC Gloria protagonizan maniobra de velas en travesía por el Pacífico
Foto: Blu Radio
“Hoy realizamos maniobra con nuestras velas cuadras, aprovechando el viento por largo que tenemos en la unidad”, explicó el Capitán Correa, quien supervisó el ejercicio con el rigor que exige la tradición naval. “Nuestros alumnos formaron con todo su equipamiento, realizaron la inspección de seguridad, subieron por alto, desaferraron las velas, bajaron nuevamente y procedieron a cazarlas”, dijo.
El trabajo culminó con la apertura de las velas mayor, gavia alta, trinquete, velacho alto y bajo. Cada una, desplegada con precisión, le devolvió al Gloria su silueta más emblemática: la del gigante blanco que corta el horizonte con la elegancia de un embajador que ondea los colores de Colombia ante el mundo.
En esa maniobra, más que una rutina técnica, se reflejó el espíritu que da vida al buque: la unión entre tradición y juventud, entre la experiencia de los marinos veteranos y el anhelo de los futuros oficiales que, con cada ascenso a los mástiles, conquistan también su propio destino.
Bajo el sol que se despedía en el horizonte, el ARC Gloria volvió a ser lo que siempre ha sido: un símbolo flotante de honor, esfuerzo y patria. Porque cada vez que el viento llena sus velas, también se inflan los corazones de los colombianos que saben que, en algún punto del océano, su bandera navega orgullosa sobre las aguas del mundo.