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El relato de una mamá que espera que su hija se recupere tras bala perdida

La noche del 9 de septiembre cambió la vida de la familia Arce luego de encontrar a la joven de 22 años con un impacto en su cuerpo.

Angie Arce. Foto: Suministrada
Angie Arce. Foto: Suministrada

Angie Arce apenas ha tenido una leve mejoría, su mamá apenas si ha podido verla en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Simón Bolívar tras una lesión producida en la columna por una bala que quedó alojada en la T12 luego de ese episodio casi fatal que ocurrió el miércoles.

“No siente las piernas, no tiene sensibilidad y movimiento, el médico nos confirma que tiene parálisis, y nos dice que no es necesario hacer cirugía para extraer la bala”, relató la señora Marta Arce, su mamá.

Esa noche del miércoles 9 de septiembre, que pasará a la historia de Bogotá como una de las más oscuras, el hermano de Angie, Juan, salió a recogerla en cercanías del CAI de La Gaitana, y en vista de la situación de orden público que se presentaba en la ciudad, tomaron la Avenida vieja o 139 y luego la Avenida Ciudad de Cali, continúan camino hacia Aures y resultan en la Avenida Nueva para evitar entrar en las aglomeraciones. Pero por querer resguardarse, resultaron en la boca del lobo, como se dice coloquialmente: sin querer queriendo.

“Llegaron y dijo, Mire Angie, escuchan unos tiros y salen corriendo, Juan David coge hacia un lado, ayuda a un muchacho que fue impactado en el pecho, y ella se pierde del hermano, ella recibe la bala perdida. Decimos perdida porque no sabemos de la persona que le disparó, porque yo no estaba ahí”, continuó el relato de la madre.

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Dice que al no estar en el lugar y al desconocer temas de criminalística, necesita saber qué sucedió, saber quién fue, qué pasó, cómo ocurrió, si la bala es de la Policía, pero esa bala no piensan extraerla del cuerpo de Angie. Pide saber por qué solo hasta ayer lunes, casi cinco días después, le buscaron para indagar y preguntar por los hechos, ya cuando su hija estaba entre equipos médicos y resguardada en cuidado especial de un centro hospitalario.

Angie tiene tres hijos pequeños, tres hermanos y desde muy pequeña, a los 8 años, le generaron un cuadro clínico con depresión mayor, y ese diagnóstico se suma a un proceso de acompañamiento familiar, que desde siempre han tenido que lidiar, y ahora inicia, en palabras de doña Martha, una nueva batalla.

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“Nuevamente, ella, como víctima y como persona, tiene que empezar su vida de ceros, con el apoyo de toda la familia porque estamos unidos, empezar de ceros, y cuando me dicen, posiblemente no controla esfínter, ¿se puede imaginar todo lo que nosotros tenemos que empezar a aprender para poder asistirla en casa?”, dice

Y aunque doña Martha ha defendido a capa y espada la institucionalidad, creyendo en que la democracia es un camino que se recorre en Colombia pese a las dificultades, dice que la Policía debe proteger y se debe respaldar, pero que así es muy difícil, que después de lo que ha sucedido es muy complicado creer y defender.

“¿Qué nos demuestran las noches del 9 y del 10? Que la Policía no estaba preparada para una situación de estas, no tienen el suficiente conocimiento, para lo único que estuvieron preparados fue para coger un revolver y a mano de frente, rifar el tiro, a quien le corresponda, bienvenido sea, ellos no activaron el arma al piso o al aire, lo hicieron de frente y cuando uno acciona un arma de frente, es para matar, no para herir, no para nada, no le buscaron los pies, nada, buscaron fue su cuerpo”, relata la mujer.

El recuento de lo que pudo haber sucedido, en voz de esa madre que hoy está en la sala de espera de un hospital, se suma al de aquellas madres que durante días buscan una respuesta, una verdad, pero, sobre todo, que sus hijos reaccionen y su vida, aunque con seguridad va a cambiar, al menos quede encendida y que no se convierta en un escenario como un funeral o una misa de despedida.

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