La rabiza: el cordón que guarda el alma del marinero y late en cada guardia del ARC Gloria
Más que un accesorio, la rabiza es identidad, tradición y memoria para quienes navegan el mundo. En el buque escuela ARC Gloria, los guardiamarinas y cadetes la tejen con nudos, colores y símbolos que cuentan su historia personal y la del mar.
En la vida marinera existen objetos que, aunque pequeños, condensan siglos de tradición. En el ARC Gloria, pocos tienen tanta carga simbólica como la rabiza, ese cordón tejido que cuelga del uniforme de los tripulantes y sostiene el pito marinero, herramienta esencial para transmitir órdenes en cubierta.
Pero la rabiza es mucho más que un soporte: es un sello personal, un amuleto y una marca de identidad que acompaña al marino durante toda su carrera.
El guardiamarina Jorge Enrique Forero lo explica con orgullo. Para él y para todos a bordo, la rabiza es una tradición que “identifica al personal de guardia”, pero también un pedazo de historia que cada marinero decide escribir con sus manos. Cada quien la construye desde cero, elige los nudos, los colores, los adornos y, sobre todo, el significado que quiere que lo acompañe en cada puerto y cada guardia.
La rabiza.
Foto: Blu Radio
En su caso, la inspiración vino de casa: la camisa blanca y dorada de la Selección Colombia del centenario. Sobre esa base decidió tejer su rabiza con un estilo propio, combinando nudos de arroz, turcos, cola de rata, nudos espina de pescado y macramé, todos aprendidos durante el Crucero de Cadetes 2025.
Cada uno tiene una razón de ser: los colores verde y rojo para recordar estribor y babor, el dorado como hilo conductor, y los turcos, nudo emblemático de la tradición marinera, hechos aparte y luego integrados con paciencia milimétrica, todo esto lo llevó a ser el ganador del concurso de rabizas 2025.
La rabiza.
Foto: Blu Radio
Pero hay un elemento que va más allá de la estética: el corazón de la rabiza. Forero lo lleva al centro, como una cápsula de memoria. Allí incrustó la moneda que representa a los contingentes navales 171 y 172, los alumnos que hoy navegan en el Gloria. No es solo un símbolo: es la prueba viva de una etapa irrepetible.
“La experiencia de embarcarse en el Gloria es única. Yo quería que eso quedara plasmado, algo que conservaré toda la vida”, afirma. Y lo dice convencido de que, cuando algún día llegue a ser capitán de navío o almirante, seguirá guardando esa misma rabiza como un recordatorio de sus primeros pasos en la mar.
Luis Fernando Lara, comandante del buque escuela ARC Gloria.
Foto: Blu Radio
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La estructura del cordón es una obra hecha a pulso. Empieza en un macramé doble con hilos dorados, continúa con los nudos espina de pescado, pasa por una sección inventada por él, dos hilos centrales adelantados como firma personal, y se completa con varios nudos turcos que abrazan la rabiza como anillos protectores. Luego viene el nudo de arroz, uno enjaulado que siempre admiró en los antiguos, y hacia el final, una cola de rata doble que se estrecha en un falcaceo sencillo hasta llegar al pito marinero, donde remata el tejido.
Cada tramo es historia, aprendizaje y dedicación. Y no es casualidad: la rabiza ha sido, a lo largo de los siglos, una señal de profesionalismo en la mar.
Representa la destreza manual del marino, su disciplina, su respeto por la tradición y su vínculo con el barco y la tripulación. En el Gloria, esa tradición sigue intacta. Así, mientras el velero embajador de Colombia cruza océanos, las rabizas de sus tripulantes ondean discretas, como recordatorio silencioso de que el mar se aprende con las manos, se honra con símbolos y se lleva, para siempre, en el corazón.