En teoría, el “paro armado” de la guerrilla del ELN debería estar concluyendo esta madrugada, tras un fin de semana de zozobra y de evidente afectación para miles de colombianos, sobre todo en las regiones más alejadas de las grandes ciudades.
Una de las principales conclusiones de estos tres días es que esa guerrilla continúa teniendo una gran capacidad de hacer daño en regiones como Arauca, Catatumbo, Cesar, Sur de Bolívar, límites entre Risaralda y Chocó, entre otras.
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En el Catatumbo, murió en combates con el ELN, el cabo Norbey Felipe Palacios en zona rural del municipio de Convención, Norte de Santander.
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Además, miles de viajeros tuvieron que aplazar sus itinerarios porque la mayoría de empresas de transporte terrestre decidieron suspender el despacho de buses, busetas y aerovan por las carreteras en las que se conoce la presencia de guerrilleros.
Este fin de semana hubo quema de carros, ataque contra buses que transportaban civiles, lanzaron tachuelas en carreteras principales, atacaron estaciones de policía, detonaron un carro bomba en Arauca y en el hecho más reciente, dos ataques contra puentes fronterizos en Cúcuta sembraron la zozobra y el temor entre la gente que vive cerca a ese lugar.
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Para el Gobierno y las Fuerzas Militares, lo sucedido este fin de semana debe ser un “campanazo” de alerta frente al aumento de la capacidad de hacer daño del ELN, con un elemento muy claro y es que tiene una retaguardia perfecta para sus intereses criminales, en Venezuela.
Negar que esa guerrilla se ha venido fortaleciendo, solamente serviría para seguir sin una estrategia que permita reducir su capacidad de accionar criminal. Hoy Arauca, el Catatumbo, en general toda la frontera con Venezuela y el Bajo Cauca, requieren una acción decidida del Estado, primero con las Fuerzas Militares y después con salud, educación y empleo, para intentar una victoria frente a esa guerrilla.
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Con el panorama actual, con un ELN por desgracia fortalecido militarmente y cometiendo actos violentos contra la población civil, por ahora se ve cada vez más lejana una mesa de diálogos para quitarle las armas a la segunda guerrilla más antigua del país.
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