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Así como exigimos que nadie impida la expresión a la fe, respetemos el derecho de los que no creen

Pero es muy importante que sepamos respetar el derecho de todas las personas, por eso creo que siempre debemos celebrar la misa sin molestar o conculcar el derecho individual de nadie. Es sagrado para nosotros y eso es respetable, pero también lo es el derecho de los demás a no creer y a no ser molestados con nuestros ritos.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

De las experiencias más sublimes que he tenido en mi vida espiritual, celebrar la eucaristía es sin duda una de ellas. Ya sea presidiéndola como presbítero católico o participando como un bautizado que hace parte de la comunidad. La he celebrado en muchos lugares; unos que son sagrados por su historia (como en la cueva de Nazaret); otros que son transitivos y también de socialidad (como en un centro comercial); y a distintas horas del día.

Pero es muy importante que sepamos respetar el derecho de todas las personas, por eso creo que siempre debemos celebrar la misa sin molestar o conculcar el derecho individual de nadie. Es sagrado para nosotros y eso es respetable, pero también lo es el derecho de los demás a no creer y a no ser molestados con nuestros ritos.

Esto lo he entendido mucho más cuando he visitado países teocráticos en los que nosotros los católicos somos minoría y necesitamos ser respetados en nuestra fe. Por eso, considero oportuno que revisemos el caso de la situación presentada en Neiva, en donde una joven llegó a interrumpir la eucaristía porque el sonido ocasionado por la celebración no la dejaba dormir a la 5:00 am. Este suceso seguro que genera diversas opiniones acerca de la tensión entre los derechos colectivos e individuales, entre lo que podemos hacer y lo que esperamos que hagan los demás, para mantener relaciones que nos permitan vivir junto a ellos.

Tenemos que entender que, así como exigimos que nadie nos trate de impedir la expresión de nuestra fe, debemos respetar el derecho de los que no creen. Ahora, siempre todo reclamo debe hacerse en el marco de los buenos modales y el respeto que imponen las manifestaciones individuales y colectivas de las personas. La violencia en cualquiera de sus formas siempre cuestiona e invalida muchos de nuestros reclamos.

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