El cadáver del papa emérito Benedicto XVI reposa en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Revestido con la casulla roja pontificia, pero sin palio, que es signo de jurisdicción. El Vaticano informó que será despedido por los fieles y por su sucesor, Francisco, durante esta semana, con una capilla ardiente de tres días y un funeral sencillo y solemne en la plaza de San Pedro.
Es una oportunidad para que muchos feligreses expresen su agradecimiento y admiración a un ser humano que entendió su vida desde la relación con Jesús de Nazaret. Los católicos creemos en la vida y todo rito funerario debe ser una oportunidad para amarla y defenderla, creyendo siempre que la muerte no es la última palabra.
Creo que Benedicto XVI fue más un teólogo que un pastor. Alguien que dedicó su vida a tratar de comprender los datos de la fe. Particularmente le obedecí como obispo de Roma y admiré su intento por vivir en coherencia con su comprensión de los valores del Reino, pero ni su estilo personal ni su teología me impactaron.
De hecho, creo que su ministerio Petrino fue una continuación del papado de Juan Pablo II en el que se frenó el espíritu de renovación del Vaticano II y no se realizaron las reformas esperadas en una Iglesia que debe responder a los desafíos que la sociedad de hoy le hace.
Su gesto más revolucionario y liberal fue la renuncia a seguir ejerciendo el ministerio Petrino, acción que siempre hay que entender desde esa fidelidad a la Iglesia, cuando entendió que, por su estado de salud, no podía ejercer dimitió.
También el papa Benedicto XVI fortaleció las leyes eclesiásticas en contra del abuso sexual, aumentó los castigos por crímenes sexuales y extendió la ley de prescripción. Esto no fue suficiente, pero si un avance en la lucha contra ese atroz crimen. Aunque en el último tiempo los casos de los abusos en la arquidiócesis de Múnich, en la época en la que era arzobispo de esa grey, han generado algunas sombras sobre su actuar.
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Me quedo con las palabras de su testamento: “A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón sinceramente… ¡permaneced firmes en la fe! ¡No te confundas!”, esperando que se entienda que debe ser siempre una fidelidad creativa.