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Día de la Madre: "Ojalá ese agradecimiento se traduzca en signos cotidianos reales"

Reconocer esta tarea tan ardua es necesario. Poder entender que se necesita tenacidad, paciencia y mucha fortaleza para sacarla adelante, nos permite también vivir agradecidos con cada una de nuestras madres.

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P. Linero
Foto: Instagram

Hay tantas versiones de maternidadcomo culturas y madres. Ayudemos para que los discursos perfeccionistas sean derrumbados. No juzguemos a ninguna madre porque no cumple con esos estándares novelesco de pulcritud, orden, control y felicidad.

Ellas son primero mujeres, parejas, amigas, seres en proceso de construcción, en constante evolución, con proyectos personales aplazados -con mayor frecuencia que sus pares masculinos-, pero sin duda, seres a las que las trasciende la maternidad. Ellas algunas veces en el silencio de los pocos momentos que tienen, -normalmente en el baño y no precisamente por un duchazo-, en un grito mudo expresan las excesivas demandas, la pérdida de tiempo personal, el cansancio desmesurado, la sobrecarga de funciones, los sentimientos de culpa o la preocupación excesiva.

Hagamos por un momento un viaje a la alucinación de gestar, de construir en poco menos de 9 meses otra vida, de ser responsables de ella, y a la vez de su desarrollo. Viajemos a los entresijos emocionales que implican esa responsabilidad, cuando también sus propios proyectos de vida están en proceso. Podríamos decir que ellas aprenden a cumplir su misión mientras la viven, con pocos o nulos manuales. Y aún así, en la mayoría de los casos, logran sacar adelante a seres humanos medianamente funcionales.

No he dejado de pensar en estos días en la idea de que, por ejemplo, un gerente estudia 5 años un pregrado, 3 años de maestría, y hace 5 de diplomados, pero además de eso trabaja en promedio durante 26 años antes de recibir la misión de dirigir una empresa… y en cambio, a una madre le dan solo 9 meses, y a diferencia del gerente, se le exige la perfección. Una empresa puede quebrar, una maternidad no.

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Reconocer esta tarea tan ardua es necesario. Poder entender que se necesita tenacidad, paciencia y mucha fortaleza para sacarla adelante, nos permite también vivir agradecidos con cada una de nuestras madres. Ojalá ese agradecimiento se traduzca en signos cotidianos reales. Hoy regalemos flores, bombones o perfumes, pero sobre todo, tomemos la iniciativa de regalar la conciencia y la empatía que la sociedad entera necesita, porque ella también es responsable de la crianza.

Escuche aquí la opinión de Alberto Linero:

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