El “fantasma” de Odebrecht sigue vivo y la actual coyuntura debería ser una magnífica oportunidad para saber hasta dónde llegó el dinero sucio de esa multinacional, a las campañas presidenciales de 2014 en Colombia, tanto la de Oscar Iván Zuluaga, como la de Juan Manuel Santos.
En el caso de Zuluaga y el uribismo, los audios entregados a la Fiscalíapor quien fuera su jefe de campaña, Daniel García Arizabaleta para salvarse de la cárcel, muestran el nivel de sofisticación al que llegaron para mentir y para intentar engañar a la justicia colombiana.
Como siempre, quedan preguntas que deberían ser respondidas por el excandidato, quien, pese a ser consciente de que había cometido un delito, insistió en 2018 y en 2022 para buscar la Presidencia. Por ejemplo, Zuluaga dice que el sacerdote Arturo Uría le dijo que él no tenía por qué inmolarse, ¿eso significa que hay alguien más por encima del candidato que hubiera movido los hilos?.
Otra pregunta que surge es si la relación de Zuluaga con Odebrecht se produce por medio de Daniel García Arizabaleta o si existe otro contacto que logra el vínculo para la llegada de la nada despreciable suma de 1 millón 610 mil dólares no reportados a las arcas de la campaña.
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Y a pesar del confuso comunicado que publicó en Twitter y lo dicho por Oscar Iván Zuluaga en su charla con García Arizabaleta, vale la pena ahondar en la pregunta sobre qué tanto sabía el expresidente Álvaro Uribe sobre la entrada de dineros sucios a la campaña de su partido en el año 2014, qué tan enterado estuvo de los detalles logísticos y por qué no expulsó a Zuluaga y a García Arizabaleta del Centro Democrático a pesar de que incumplieron lo que él les había pedido frente al escándalo.
Por supuesto que la confesión de Zuluaga lo deja muy mal parado ante la justicia que le imputará cargos en los próximos días por tres delitos, lo cual deja dudas en la opinión sobre la forma diferencial en la que hasta ahora ha operado la justicia en el caso del ingreso de dineros de Odebrecht a la campaña de Juan Manuel Santos, en donde todo se ha quedado en mandos medios, a pesar de que hay testimonios muy comprometedores en contra de “pesos pesados” de la política colombiana.
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Por supuesto, dentro de las preguntas que deja todo este escándalo está el silencio del Registrador Nacional Alexander Vega, ante las afirmaciones de Oscar Iván Zuluaga, en el sentido de que él habría sido el encargado de pedir, palabras más, palabras menos, de que el Consejo Nacional Electoral archivara las investigaciones contra las dos campañas por posible financiación irregular, para buscar supuestamente evitar una crisis institucional. La pregunta es si esa actuación, en caso de comprobarse, ¿no sería una eventual obstrucción a la justicia?.
Vega debe darle una explicación clara al país, porque en sus manos está la confiabilidad de las elecciones de todo el poder regional en Colombia, que se realizarán en menos de 4 meses. No puede haber dudas sobre su transparencia.
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