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Inteligencia artificial y poesía: ¿dónde queda lo humano?

Algunos dicen que no es posible, porque la poesía es precisamente creación libre y expresión original. Otros aseguran que los poetas, aún más de lo que quisieran, siguen reglas básicas y eso hace que la inteligencia artificial pueda asegurar buenos intentos

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Alberto Linero
Foto: cortesía Alberto Linero

La pregunta de qué es realmente lo que nos hace humanos y nos puede separar claramente de las máquinas, en este contexto en el que la inteligencia artificial comienza a popularizarse a través de algunos chats, se ha expresado en cuestionar si esta inteligencia puede hacer poesía. Esa acción que busca expresar a través de la rima, del ritmo, de los versos y las estrofas lo más sublime de las emociones humanas.

Algunos dicen que no es posible, porque la poesía es precisamente creación libre y expresión original. Otros aseguran que los poetas, aún más de lo que quisieran, siguen reglas básicas y eso hace que la inteligencia artificial pueda asegurar buenos intentos. De hecho, se han producido ensayos de proponerle al ChatGPT versos de Becquer o García Lorca, por ejemplo, para que a partir de ellos continue un poema, y los resultados no alcanzan a ser satisfactorios, porque terminan en lugares comunes o desconocen la ironía de algunas expresiones usadas por los poetas. Yo tengo que decir, que como veo las cosas, no dudo de que en algún momento la Inteligencia Artificial pueda crear versos realmente sublimes y extraordinarios.

Creo que lo humano hay que buscarlo en otros espacios y características. En esas fuerzas interiores que nos impulsan a vivir de una manera particular y que llamamos valores, esos que desafían la lógica imperante, que motivan acciones heroicas en contra del interés personal, que propician compasión por el que necesita y requiere ayuda, que generan comunión en medio de las grandes diferencias, que no se subordinan esclavos a pensamientos que quitan libertad y enajenan corazones. Sin dejar que esos valores nos muevan y nos generen límites seguros, tendremos las mismas acciones frías, calculadoras e interesadas de las máquinas.

Prefiero seguir leyendo algunos versos de Baudelaire y buscando hacer el bien con pasión y firmeza, sin tenerle miedo a ese universo nuevo que nos abre la inteligencia artificial. Mientras el corazón esté alineado con la justicia y nos exija el compromiso de hacer que el mundo sea mejor, porque es más justo, creo que podremos ser de verdad humanos.

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