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La vigilia es una oportunidad para crecer en conciencia, libertad y compasión

Hoy en día, el sentido de la vigilia se ha ampliado. Más que dejar de comer carne, se propone realizar un sacrificio consciente que nos permita generar un espacio de crecimiento personal.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Al ingresar al canal, uno de los señores de seguridad me preguntó si hoy había que hacer vigilia. Le expliqué rápidamente el sentido de esta antiquísima práctica religiosa en este tiempo de cuaresma. La vigilia es un acto de purificación para los creyentes y una forma de honrar la travesía del Señor en el desierto.

El origen de esta práctica se remonta al Concilio de Nicea del año 325 d. C., y aunque ha sufrido variaciones a lo largo de la historia, su simbolismo se ha mantenido intacto. Tradicionalmente, consiste en no comer carne los viernes, porque en aquel tiempo era un alimento costoso, mientras que el pescado era considerado el alimento de los pobres. Lo que se ahorraba con esta abstinencia se destinaba como ayuda a los necesitados.

Hoy en día, el sentido de la vigilia se ha ampliado. Más que dejar de comer carne, se propone realizar un sacrificio consciente que nos permita generar un espacio de crecimiento personal. Se trata de ayunar de algo que nos gusta mucho, que tiene poder sobre nosotros, para tomar conciencia de nuestra fragilidad y dependencia. Saber que no somos absolutos, que necesitamos de los demás y de Dios, nos lleva a vivir con mayor humildad.

La experiencia del ayuno nos debe llevar a una mayor autonomía interior. Nada debería dominarnos al punto de quitarnos libertad. Es un ejercicio de voluntad que nos recuerda que somos dueños de nuestras decisiones y que ninguna costumbre, placer o apego debería gobernarnos. En un mundo lleno de distracciones y excesos, renunciar a algo nos ayuda a valorar lo esencial y fortalecer nuestra capacidad de autodominio .

La vigilia nos invita a la solidaridad con aquellos que pasan necesidad, no por decisión, sino por circunstancias de la vida. No se trata solo de privarse de algo, sino de transformar ese sacrificio en un acto de amor concreto hacia quienes sufren. La Cuaresma nos llama a revisar nuestro corazón y preguntarnos: ¿Estoy siendo sensible a la realidad de los demás ? ¿Cómo puedo convertir mi renuncia en una oportunidad para ayudar?

Más que un simple acto religioso, la Vigilia es una oportunidad para crecer en conciencia, libertad y compasión. Porque al final, lo que realmente importa no es lo que dejamos de comer, sino cómo nos transforma y nos acerca a los demás y a Dios .

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