En mi casa materna, las cuentas y el presupuesto familiar lo lideraba mi mamá. Ella, una mujer organizada, estricta en el manejo de los gastos y ahorradora, rendía los ingresos que entraban por el salario de mi papá y realizaba el trabajo doméstico no remunerado. Por eso, no me sorprendió que ayer en el Congreso de Camacol la vicepresidenta de la República, Martha Lucía Ramírez, afirmara que las mujeres son mejores administradoras que los hombres. Ella argumentó diciendo:
“Cuando una mujer gana un ingreso, no se va de parranda con sus amigos, no se va a tomar unos tragos, todo eso lo invierte en la familia, los hijos, mejor educación y en mayores ahorros para la familia. Es el progreso de una familia y es el progreso de la sociedad”, dijo.
Creo que es una afirmación válida y verdadera en la mayoría de los casos, sin caer en clichés que nos impidan conocer la realidad.
Creo que su razón de ser está en las dinámicas culturales y en los roles tradicionalmente dados a los géneros. El peso de la vida del hogar recaía en las mujeres, lo que les ha dado unas grandes habilidades para la administración de los recursos.
Recuerdo que Bill Gates ha insistido en que la solución a la crisis económica mundial podría pasar por algo tan simple como que sean las mujeres quienes gestionen el dinero a lo largo y ancho del planeta, en vez de los hombres, apuntando a que "los beneficios de tener el dinero bajo su control –el de las mujeres- incluyen que es más probable que este se utilice para nutrición y educación, o para cosas que sacarán a esa familia de la pobreza".
Ahora, esto es paradójico, porque aún hoy se sigue teniendo una gran discriminación de la mujer en la sociedad. De hecho, en el informe “mujeres y hombres” brecha de género en Colombia, ONU-Mujeres y la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, se muestra que: “En Colombia, la probabilidad de no contar con un sustento económico propio de las mujeres (27,5%) es casi tres veces mayor que la de los hombres (10,2%). Esta diferencia se agrava en el ámbito rural, donde la probabilidad de una mujer sin ingresos propios es cinco veces mayor a la de un hombre (35,9% y 7,8%, respectivamente)”.
Publicidad
Estoy seguro que luchar por la equidad de género es una manera de ayudar a un mayor crecimiento económico de la sociedad.
Escuche a Alberto Linero en Mañanas BLU:
Publicidad