No es un gran descubrimiento concluir de que uno de los principales temas que el presidente Iván Duque tiene en su agenda para visibilizar ante la
Asamblea general de la ONU es la crisis provocada por la dictadura de Nicolás Maduro. En su primera jornada completa de reuniones en Nueva York, Duque habló en todos los escenarios de la crisis venezolana: confirmó que firmará con otros cuatro presidentes
latinoamericanos la petición para que la Corte Penal Internacional investigue a Nicolás Maduro por crímenes de lesa humanidad, pero también habló de otros temas:
Pidió una mayor cooperación para que se cree con urgencia un fondo internacional que permita asumir de manera regional la atención de más de tres millones de venezolanos que han salido de su país hacia las naciones vecinas,
fondo que está intentando crear el Banco Interamericano de Desarrollo.
Vea también: “Nosotros no vamos a extraditar a Julio Borges”: Duque
Pero fue más allá, denunció la financiación por parte del gobierno de Venezuela de grupos terroristas colombianos; aunque no entregó más detalles,
hay que recordar que varios integrantes del Comando Central del ELN viven en territorio venezolano, de acuerdo con informes de inteligencia militar, que consideran que Maduro y su gente influye en las decisiones de ese grupo sobre los diálogos de paz.
Duque también aprovechó para despachar negativamente la solicitud de extradición a Venezuela del líder opositor Julio Borges,
quien vive en Colombia y a quien Maduro responsabiliza del fallido atentado en su contra en la céntrica Avenida Bolívar de Caracas el pasado 4 de agosto. Como si todo esto fuera poco, el presidente reiteró que no apoya una eventual intervención militar en Venezuela,
pero dejó entrever que una insurrección popular de los venezolanos podría ser la solución a la dictadura. Para concluir, hoy el presidente Iván Duque sostendrá un encuentro bilateral que durará cerca de una hora con el presidente Donald Trump, en el que hablarán del aumento de cultivos ilícitos en el país,
pero también tendrán como uno de los platos principales, la crisis de Venezuela. Parece estar clara la estrategia de Colombia y de otros países de la región: cerrar la tenaza diplomática, intentando quitarle oxígeno a la dictadura de Maduro para que, en algún momento,
tal vez luego de una huelga general o de nuevas protestas masivas en la calle, decida de alguna forma abrir una rendija a la hoy fallecida democracia venezolana.