Hay imágenes de la manera como se relacionan las mascotas con sus dueños que me impactan, porque de alguna manera cuestionan nuestros lazos y las formas en que nosotros nos relacionamos entre humanos. Ayer leía un trino doloroso en el que se comentaba que, a causa de un accidente de tránsito, una mujer había perdido la vida en Bello, Antioquia, y que su mascota se quedó al lado del cuerpo, que no la abandonó.
Creo que, sin duda esta escena que nos impacta, también nos permite cuestionarnos los valores con los que nos relacionamos con las demás personas y con los entornos en los que vivimos. Pienso en por lo menos tres valores muy concretos en los que creo que es posible trabajar:
- El valor de la compañía y la fidelidad. Es bueno saber que contamos con personas que están al pie del cañón en medio de las necesidades que tenemos, pero también es bueno ser este tipo de personas para los demás. Aprender a permanecer en medio de los momentos más difíciles y regalarle firmeza a aquellos que los están atravesando.
- El valor de la solidaridad. Este es muy necesario en nuestras sociedades de hoy en las que pareciera favorecerse y privilegiarse al egoísmo, en las que no es tan fácil conseguir personas capaces de brindar su mano sin esperar a cambio grandes recompensas. La solidaridad es la llave que nos abre a una sociedad en la que todos tengamos una vida digna de ser vivida. Para construir relaciones solidarias necesitamos entender que no estamos solos en el mundo.
- El valor de la empatía y la compasión. Una palabra que en pandemia se usó demasiado, pero que quizá por tanto usarla, se terminó desgastando. Empatía es abrir el corazón al dolor del otro, comprender los motivos por los que la está pasando mal, sin quedarnos en la lástima, sino haciendo lo posible para que esa persona pueda superar su dolor, o por lo menos hacerlo más llevadero.
Soy de los que creen que los seres humanos podemos sacar lo mejor de nosotros, y que los aprendizajes están en todos lados. En eso me ha hecho pensar esta mascota fiel.