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Vivir cada día como si fuera el último, parece una frase de cajón, pero está cargada de sentido

La enfermedad del senador Roy Barreras trae a colación la frase. No creo que haya que esperar a vivir situaciones límites, ni que la vida se oscurezca por dificultades para valorar.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: BLU Radio

Cuando se nos invita a vivir apasionadamente, enfocándonos en todas las habilidades y virtudes que tenemos, tendemos a mirar esa propuesta con sospecha. Creemos que se trata de uno de los lugares comunes de la literatura de autoayuda. Creo que esa prevención nos impide comprender la verdad y la fuerza que hay en muchas de estas enseñanzas nacidas en la psicología positiva y en las publicaciones y reflexiones de bienestar.

No creo que haya que esperar a vivir situaciones límites, ni que la vida se oscurezca por grandes dificultades para valorar el aporte de estas invitaciones. Lo digo a propósito de las reflexiones que nos ha compartido el presidente del senado, el doctor Roy Barreras, a partir de la experiencia del cáncer que atraviesa. Ayer leí una de estas y volví a aceptarla como una verdad necesaria en mi cotidianidad; él dijo: “Vivan cada día como si fuera el último”.

No despreciemos esta frase porque la hayamos escuchado mucho, ni creamos que es solo para quienes supuestamente no son tan “brillantes académicamente”. Dejemos que ella nos impulse a vivir más conectados con nuestro presente, disfrutando todo lo bueno que hay a nuestro alrededor, sirviendo solidariamente a los demás, amando libre e inteligentemente, sin dejar que el odio y la amargura sean quienes nos impulsen. Lo que hagamos hoy, será el recuerdo de mañana, así que actuemos de tal manera que nos podamos sentir orgullosos y felices cuando nos recuerden.

Evitemos también que nuestros prejuicios y complejos nos lleven a malgastar la vida en rencor, en miedo, hipocresía, violencia y destrucción. No olvidemos que nuestros pensamientos y emociones se expresan también en el cuerpo. No dejemos que la vida se vuelva una fuente de las peores emociones con el pretexto de que todo está mal, porque no es cierto. Esta es solo una invitación que hago hoy, pero cada uno es dueño de su vida y decide si vive del odio o del amor, de la solidaridad o de la injusticia, del perdón o de la violencia. Sí, esa decisión sí le toca tomarla a cada uno.

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