OMS mantiene la hoja de coca entre sustancias más peligrosas por su fácil conversión en cocaína
Actualmente, la hoja de coca figura en la Lista I junto con sustancias como la heroína y la cocaína.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió mantener la hoja de coca en la Lista I de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, categoría en la que se ubican las sustancias consideradas de mayor peligrosidad y sujetas a controles internacionales más estrictos. La determinación se basó en su fácil transformación en cocaína y en el incremento sostenido de la producción global de esta droga, factores que, según el organismo, representan un riesgo significativo para la salud pública.
La conclusión hace parte del análisis realizado por el Comité de Expertos en Farmacodependencia (ECDD), que revisó el estatus de la hoja de coca tras una solicitud presentada por Bolivia en 2023 y respaldada por Colombia. El informe técnico, conocido por EFE antes de su divulgación oficial durante una reunión de la ONU sobre drogas en Viena, ratifica que no existen argumentos suficientes para modificar su clasificación.
Actualmente, la hoja de coca figura en la Lista I junto con sustancias como la heroína y la cocaína. La OMS sostiene que la mayor parte de los cultivos de coca en determinados países se destinan a la producción de cocaína, cuya fabricación mundial aumentó un 34 % en 2023, alcanzando niveles sin precedentes.
El organismo enfatiza que el vínculo directo entre la planta y el mercado ilegal de cocaína hace necesario mantener los controles vigentes. Los expertos destacan que los procesos para obtener pasta básica y posteriormente cocaína pura a partir de la hoja de coca son técnicamente simples y no requieren conocimientos sofisticados.
Las estimaciones citadas en el informe indican que una hectárea cultivada puede generar aproximadamente 4,2 toneladas de hoja al año, y que cada tonelada permite producir alrededor de 1,4 kilos de base de cocaína. La OMS recuerda que, según la normativa internacional, una sustancia debe permanecer bajo fiscalización cuando puede convertirse de manera fácil, eficiente y rentable en una droga controlada.
Si bien el organismo reconoce los usos tradicionales de la hoja de coca y señala que existen indicios preliminares de posibles aplicaciones terapéuticas, concluye que la evidencia científica disponible es insuficiente para justificar un cambio de estatus, especialmente ante el riesgo que implicaría flexibilizar su control.
Bolivia había solicitado en 2023 una evaluación científica para reconsiderar su clasificación, argumentando que la hoja de coca no debía equipararse a la cocaína. Las convenciones internacionales sobre drogas establecen cuatro niveles de fiscalización, según el grado de riesgo y el reconocimiento de usos médicos. En la Lista I se incluyen sustancias con alto potencial de abuso y con escasa utilidad terapéutica comprobada, mientras que la Lista II reúne drogas que, aunque también requieren vigilancia, cuentan con aplicaciones médicas reconocidas y un riesgo menor.
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De haberse recomendado el traslado de la hoja de coca a la Lista II, donde se ubican sustancias menos peligrosas y con valor médico demostrado, la propuesta habría tenido que someterse a votación en la Comisión de Estupefacientes de la ONU. Un cambio de categoría habría permitido abrir la puerta a un comercio regulado, impulsar la investigación científica y facilitar su desarrollo industrial. Sin embargo, la OMS concluyó que las condiciones actuales no permiten dar ese paso.