A joven de 21 años le diagnosticaron cáncer tras síntoma que creía común al cepillarse los dientes
Un síntoma que creyó inofensivo terminó revelando a una joven de 21 años una enfermedad grave que suele aparecer en adultos mayores.
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El cepillo de dientes se convirtió en la primera señal de alerta. Cada mañana, mientras realizaba su rutina de higiene, notaba que sus encías sangraban con facilidad.
Creyó que se trataba de una mala técnica o de una simple gingivitis, nada que mereciera mayor preocupación. Sin embargo, ese detalle cotidiano terminó por revelar una realidad que cambiaría su vida para siempre.
La protagonista de esta historia es Amber Cunningham-Rogan, una estudiante de 21 años que vivía en St Andrews, Escocia.
Lo que empezó como un leve sangrado pronto se transformó en un conjunto de síntomas desconcertantes: hormigueo en las manos y piernas, entumecimiento y un cansancio que no lograba explicar. Aunque acudió en repetidas ocasiones al médico, las pruebas iniciales no arrojaban respuestas claras.
Fue solo cuando los análisis mostraron que sus niveles de hierro eran alarmantemente bajos que los especialistas decidieron profundizar en el caso. Los resultados fueron sorprendentes: el recuento de glóbulos blancos estaba muy por encima de lo normal.
Una biopsia confirmó el diagnóstico que nunca imaginó escuchar: leucemia mieloide crónica, un tipo de cáncer en la sangre y la médula ósea poco común en personas de su edad.
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“Durante años había tenido síntomas que no tenían mucho sentido. Nunca pensé que se tratara de cáncer”, confesó Amber en entrevista con el diario The Sun.
Según la American Cancer Society, la leucemia mieloide crónica suele afectar a adultos mayores de 60 años y, aunque progresa lentamente, es una enfermedad crónica que requiere tratamiento de por vida.
Entre sus manifestaciones más frecuentes se encuentran el cansancio extremo, la pérdida de peso, los sudores nocturnos, el dolor óseo y los sangrados inusuales.
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Tras el diagnóstico, la joven inició un tratamiento intenso que describió como “agotador”, especialmente durante los primeros seis meses.
Hoy, con 26 años, ha logrado una respuesta molecular profunda: en su cuerpo solo quedan rastros mínimos de la enfermedad. Aunque continúa bajo un estricto régimen médico, ha podido estabilizar su condición.