Evangelio de hoy: 14 de enero de 2023
Conozca el evangelio y la palabra de Dios de este domingo, 14 de enero.
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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Palabra del Señor
Lectura del día
Lectura del primer libro de Samuel (3,3b-10. 19):
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."»
Samuel fue y se acostó en su sitio.
El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!»
Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios
Reflexión
En este pasaje del Evangelio según San Juan (1,35-42), somos testigos del encuentro inicial entre Jesús y algunos de sus primeros discípulos. Juan el Bautista, al ver a Jesús, proclama con certeza: "Éste es el Cordero de Dios". Esta afirmación no solo revela la identidad de Jesús como el Salvador esperado, sino que también despierta la curiosidad de dos discípulos de Juan, quienes deciden seguir a Jesús.
Jesús, percibiendo que lo siguen, se vuelve hacia ellos y les hace una pregunta profunda y relevante para todos los tiempos: "¿Qué buscáis?". Esta pregunta resuena en nuestros corazones hoy, invitándonos a reflexionar sobre nuestras propias motivaciones y anhelos en la vida. Los discípulos responden llamándolo "Rabí" (Maestro) y le preguntan dónde vive. La respuesta de Jesús, "Venid y lo veréis", va más allá de indicar una ubicación física; es una invitación a experimentar una relación personal con Él.
Los discípulos aceptan la invitación, van a donde vive Jesús y se quedan con Él. Este encuentro transformador, que ocurre alrededor de las cuatro de la tarde, es un recordatorio de que Jesús está siempre listo para recibirnos y revelarse a nosotros cuando buscamos conocerlo.
Andrés, uno de los discípulos, se convierte en un modelo de evangelización al encontrar a su hermano Simón Pedro y compartir la noticia emocionante: "Hemos encontrado al Mesías". Este encuentro con Jesús no solo transforma la vida de Simón, cambiando su nombre a Pedro (Cefas), sino que también marca el comienzo de un viaje de fe para él y los demás discípulos.
La narrativa nos invita a preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué estamos buscando en nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a seguir a Jesús y experimentar la riqueza de una relación personal con Él? ¿Estamos compartiendo con entusiasmo la buena noticia con aquellos que nos rodean?
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Que este pasaje nos inspire a responder a la llamada de Jesús, a buscarlo sinceramente y a compartir el regalo de su amor y redención con aquellos que encontramos en nuestro camino. Que podamos ser como Andrés, llevando a otros a Jesús, el verdadero Mesías y Salvador.
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