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Evangelio de hoy: 26 de enero de 2024

Conozca el evangelio y la palabra de Dios de este viernes, 26 de enero.

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Blu Radio - AFP
Imagen de referencia / Foto: AFP

Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor

Lectura del día


Lectura del segundo libro de Samuel (11,1-4a.5-10a.13-17):
Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella.
David mandó preguntar por la mujer, y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.»
David mandó a unos para que se la trajesen. Después Betsabé volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: «Estoy encinta.»
Entonces David mandó esta orden a Joab: «Mándame a Urías, el hitita.»
Joab se lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra.
Luego le dijo: «Anda a casa a lavarte los pies.»
Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa. Avisaron a David que Urías no había ido a su casa. Al día siguiente, David lo convidó a un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera.» Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab, y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.
Palabra de Dios

Reflexión


Al meditar sobre el pasaje del evangelio según san Marcos, en el que Jesús nos habla sobre el reino de Dios utilizando la metáfora de la siembra y del grano de mostaza, podemos extraer valiosas lecciones para nuestra vida espiritual.

En la primera parábola, Jesús compara el reino de Dios con un hombre que siembra semillas en la tierra. Este relato nos enseña sobre la paciencia y la confianza que debemos tener en el proceso divino. Así como el sembrador no controla el crecimiento de la semilla, nosotros tampoco podemos controlar completamente el desarrollo de la obra de Dios en nuestras vidas. Dios actúa en su tiempo y de maneras que a veces escapan a nuestra comprensión.

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La segunda parábola, la del grano de mostaza, destaca la idea de que aunque el comienzo de nuestra fe pueda ser pequeño, su potencial de crecimiento es asombroso. La fe, como ese pequeño grano, puede desarrollarse y llegar a ser una fuente de vida espiritual abundante. Es un recordatorio de que no debemos subestimar el impacto que puede tener nuestra fe, por más modesta que parezca en un principio.

La imagen de las ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas nos invita a reflexionar sobre la generosidad y el alcance de la fe madura. Nuestra fe no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino que también puede ser un refugio y una fuente de vida para aquellos que nos rodean.

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Jesús, al utilizar estas parábolas, nos muestra su habilidad para comunicar verdades profundas de manera accesible. Asimismo, nos recuerda la importancia de buscar entender su enseñanza en privado, de profundizar en nuestra relación personal con Él y de permitir que Su palabra eche raíces en lo más profundo de nuestro corazón.

En resumen, estas parábolas nos invitan a confiar en el proceso divino, a no subestimar el poder de nuestra fe y a ser generosos en compartir los frutos de esa fe con los demás. Que podamos ser como tierra fértil, abiertos a recibir la semilla de la palabra de Dios y permitir que, con el tiempo, crezca y dé frutos abundantes en nuestras vidas.

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