En plena era digital, mirar el teléfono se ha convertido en un acto reflejo. Lo desbloqueamos “solo” para consultar la hora o revisar el clima, pero terminamos atrapados en una cadena de notificaciones, vídeos cortos y actualizaciones que nunca parecen acabar.
Consciente de que este hábito roba concentración y tiempo, Rodríguez decidió poner a prueba un método recomendado por Jake Knapp y John Zeratsky, antiguos empleados de Google y YouTube, quienes en su libro Make Time: Cómo enfocarte en lo que importa cada día plantean diferentes estrategias para recuperar el foco. Una de las más radicales: dejar la pantalla de inicio completamente vacía.
La lógica detrás del cambio
El planteamiento es sencillo: si al desbloquear el teléfono no hay iconos visibles, no habrá un impulso automático que nos lleve a abrir Instagram, TikTok o cualquier otra aplicación que suele absorber nuestra atención. En lugar de actuar por inercia, debemos pensar conscientemente qué queremos hacer y buscar la app en cuestión, lo que introduce un momento de reflexión antes de usarla.
Esta técnica busca generar lo que los autores llaman “fricción”: pequeños obstáculos que hacen menos cómodo acceder a esos espacios digitales donde solemos perder el tiempo. La idea es que procrastinar deje de ser tan fácil como un solo toque en la pantalla.
De la incomodidad a la reducción del uso
Al aplicar este truco, Rodríguez confiesa que la primera sensación fue de incomodidad e incluso cierta ansiedad por si se perdía algo importante. Sin embargo, pronto descubrió que no había consecuencias reales en su día a día. Lo que sí notó fue un cambio en su comportamiento: el móvil, de repente, se volvió más tedioso de manejar, y ese “molestia” fue suficiente para frenar muchas de las consultas impulsivas.
Antes, bastaba con un vistazo rápido para acabar en una espiral de doomscrolling, consumiendo contenido sin fin. Con la pantalla limpia, esa reacción automática se interrumpió.
Otros métodos para frenar las distracciones
Knapp y Zeratsky no se limitan a recomendar este ajuste visual. En su libro proponen también eliminar todas las notificaciones, cerrar sesiones abiertas e incluso complicar el inicio de sesión en redes sociales. Un ejemplo extremo es cambiar las contraseñas por combinaciones largas y difíciles, almacenadas en un gestor cuya sesión también esté cerrada. Así, cada acceso se convierte en un proceso deliberado.
Más que un problema de móviles, un problema de algoritmos
Los autores subrayan que, más allá del dispositivo en sí, el verdadero reto está en cómo las plataformas y sus algoritmos están diseñados para captar y retener la atención. Por eso, recomiendan aplicar medidas que interrumpan ese ciclo y devuelvan al usuario el control de su tiempo.
En definitiva, vaciar la pantalla de inicio es una herramienta sencilla pero poderosa para quienes desean romper con el automatismo de revisar el móvil. No elimina por completo la tentación, pero sí obliga a que cada consulta sea intencionada, devolviendo un pequeño margen de libertad en un mundo saturado de estímulos.