Las playas de Antioquia que asombran al mundo y emergen con fuerza turística
Un verdadero tesoro escondido de Antioquia está captando la atención de turistas de todo el mundo y nacionales. El Urabá, entre el mar y una mezcla cultural sin igual.
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Muchos lo ignoran, pero Antioquia no solo es tierra de montañas; tiene playas y tiene mar, albergando una vida turística en la zona del Urabá que crece rápidamente. Esta franja costera caribeña, que se extiende desde Turbo hasta Necoclí, esconde paisajes donde la selva convive íntimamente con el mar, alimentado por el caudaloso río Atrato, que, tras atravesar el Chocó, desemboca en el Golfo de Urabá.
Esta subregión es un crisol de culturas colombianas, quizás como ninguna otra parte. Se encuentran paisas, afrodescendientes, mulatos, indígenas y costeños. En las calles de Apartadó, cerca del Aeropuerto Antonio Roldán Betancur, esta fusión se siente con gran intensidad. Es común encontrar en el mismo menú un calentado paisa para el desayuno y un patacón con queso costeño en el almuerzo.
A pesar de su clima cálido y húmedo, la brisa de sus ríos y mares ofrece el descanso perfecto. Para facilitar el acceso a esta región vital, Satena está ofreciendo vuelos semanales.
Camilo Vergara, del equipo de comunidaciones de Satena, destacó que la aerolínea está llegando a territorios que otras compañías aéreas no cubren, abriendo la puerta al turismo en zonas que necesitan este impulso para prosperar.
Satena conecta Bogotá directamente con Apartadó, en un vuelo que dura aproximadamente poco más de una hora. Desde allí, se puede acceder a destinos cercanos como Necoclí, donde la cultura, la diversidad y la belleza del país son evidentes.
Es importante notar que Satena es la aerolínea del Estado Colombiano y del Ministerio de Defensa, y la mayoría de sus pilotos son de la Fuerza Aérea Espacial Colombiana. En la actualidad, Satena conecta el 84 % del territorio nacional y tiene planes de alcanzar el 100 % con la adquisición de nuevas aeronaves. Utilizan aeronaves ATR 72600 para abrir nuevas rutas, a menudo aterrizando en pistas que son complicadas o de difícil acceso en términos de infraestructura.
La historia del Urabá antioqueño ha estado tristemente marcada por la violencia en décadas pasadas, siendo una zona afectada por la masacre bananera y los conflictos entre guerrillas y paramilitares. De hecho, años atrás, la zona estuvo "secuestrada" por la violencia, con decenas de muertos, lo que dificultaba la subsistencia de la comunidad.
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Sin embargo, hoy, el Urabá quiere lucir una cara diferente, más amable para el visitante. Sus habitantes son profundamente resilientes y buscan activamente negocios para atraer a más personas de afuera. Su objetivo no es el turismo salvaje, sino el ecoturismo. La comunidad busca cuidar sus selvas y playas para que los visitantes se maravillen con la flora y fauna que se extiende por kilómetros.
Hoy, el viajero encuentra una paz inigualable en la región, lejos del ruido de las ciudades y, sobre todo, lejos de las balas de la guerra que alguna vez atormentaron el territorio.
Un ejemplo palpable de esta transformación es Simona del Mar, un ecohotel escondido en el kilómetro 13 vía Turbo - Necoclí. Una de sus fundadoras, Beatriz Duque, relató que se requirieron años de reforestación para establecer el ecosistema que hoy se cuida.
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Sus cabañas están rodeadas de selva irreal, una playa impecable y enormes árboles donde descansan osos perezosos. El hotel es ideal para el avistamiento de aves, ya que llegan cientos de especies únicas de la región, y cuenta con lagos habitados por babillas y lagartijas.
La subregión ofrece una variedad de destinos con salida al Mar Caribe, cada uno con su propio encanto:
Playas y Destinos Costeros:
Ecoturismo y Naturaleza Adicional: