"Los números y las historias", editorial de Ana Cristina Restrepo
En el Editorial de este martes en Vive Medellín, Ana Cristina Restrepo habló sobre el conflicto armado en Colombia.
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Este es el Editorial de Ana Cristina:
"Hagamos cuentas.
¿Qué han dejado cincuenta años de guerra en nuestra sociedad?
Cincuenta años de guerra han dejado en Colombia ocho millones de víctimas y 6’939.067 desplazados.
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Entre 1985 y 2013 la violencia armada acabó con la vida de 220.000 personas, el 18,5% de ellas eran combatientes y el 81,5% eran civiles. 28 de cada mil colombianos han sido víctimas de delitos sexuales.
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Entre los años 1996 y 2010, la lucha contra el secuestro demandó la inversión de 130.000 millones de pesos. 21.345 personas sufrieron el flagelo del secuestro.
¿Qué ha dejado la guerra en nuestra economía?
En las décadas de los ochenta y los noventa, la guerra causó pérdidas equivalentes a entre el 2 y el 4,5% del producto interno bruto (PIB). Para que entendamos mejor: eso es más de tres veces el presupuesto que Colombia invierte cada año en ciencia e innovación.
Cada año, la guerra reduce el PIB entre 0,3% y 0,5%.
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¿Cuál ha sido el impacto de la guerra sobre el medio ambiente?
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Entre 1990 y 2013, el 58% de la deforestación se presentó en los municipios en conflicto. El 87% de los cultivos ilícitos están en los municipios que han estado en medio de la confrontación. 1’500.000 hectáreas de suelo han sido degradadas, se necesitarán veinte años para recuperarlas.
4’100.000 barriles de petróleo han sido derramados en los últimos 35 años. Eso equivale a 16 veces el derrame de Exxon Valdez, la catástrofe que ocurrió en Alaska en 1989.
En La Habana el Gobierno Nacional y las Farc acordaron el cese del fuego bilateral y definitivo, las garantías de seguridad y la dejación de las armas, es el paso más certero con miras a la firma de un acuerdo que detendrá un derrame de sangre de 52 años.
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Es un momento para hacernos preguntas sobre los acuerdos pero también para estudiar y hacer una crítica constructiva. La paz es un deber ético inaplazable, es nuestra obligación histórica y moral con los campesinos, aquellos que más han padecido el conflicto: las cifras hablan solas, pero detrás de cada número hay historias de vida, sufrimiento humano… y eso es lo que nos tiene que preocupar".