Este es el Editorial de Ana Cristina:
Desde el sábado, entró en vigencia la Ley 1805 de 2016, que nos convierte a todos los colombianos en potenciales donadores de órganos.
La nueva Ley de donación de órganos dice: “Se presume que se es donante cuando una persona durante su vida se ha abstenido de ejercer el derecho que tiene a oponerse a que de su cuerpo se extraigan órganos, tejidos o componentes anatómicos después de su fallecimiento”.
Esta normativa estipula que si alguien no quiere ser donante debe expresar su deseo a través de un documento autenticado ante una Notaría y registrado en el Instituto Nacional de Salud o dejar constancia de su oposición al momento de afiliarse a una EPS.
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La norma dice además que solo la misma persona puede revocar esa decisión. Ningún familiar le puede sustituir.
Antes, los médicos debían adelantar un proceso administrativo después de cada deceso. Hoy, la ley obliga a los hospitales a contar con recursos humanos y técnicos idóneos a fin de detectar en tiempo real a los potenciales donantes.
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En países con niveles de corrupción tan altos como Colombia, esta noticia puede asustar un poco por el riesgo de tráfico de órganos.
Por eso, es preciso aclarar que la nueva ley establece penas para quienes traigan órganos con fines comerciales. Los tejidos conseguidos para el banco de órganos no podrán ser donados a ciudadanos extranjeros. Según la norma, el tráfico de órganos o tejidos, y el uso y disposición inadecuada de ellos serán castigados con penas entre tres y seis años de cárcel.
En Colombia, cerca de 2.500 personas esperan un turno para un trasplante.
De acuerdo con los estudios del Observatorio Global de Donación y Trasplantes, nuestro país presenta una cifra superior en la realización de trasplantes de órganos en comparación con otros países vecinos. En un año, Colombia registra, en promedio, 1.089 trasplantes, mientras que Venezuela reporta 210 y Ecuador 128.
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Los órganos de alguien fallecido pueden salvar la vida de al menos 55 personas.
Para quienes creen en la vida eterna: donar órganos puede ser visto como un acto de altruismo, de entrega a otro que lo necesita. Una forma de alcanzar el paraíso prometido por algunos credos.
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Para aquellos que no creen en la vida eterna, para quienes consideran que todo se acaba con la muerte: donar órganos podría ser, tal vez, una forma material, útil, de continuar la vida.
Ya quisiera la ley el poder que tiene la muerte: nos iguala a todos. Para creyentes, incrédulos y descreídos… donar órganos es trascender. Bienvenida la Ley 1805 de 2016.
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