"Chapecoense: luto, ilusión y gloria": editorial de Óscar Montes
Editorial de Óscar Montes en Vive Barranquilla
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Caio Junior, el técnico del Chapecoense, lo predijo con voz fatídica de profeta. "Si llego a morir hoy, moriré feliz". Pero nadie llegó a imaginarse jamás que en el cielo antioqueño quedarían sepultadas las ilusiones de un puñado de futbolistas que llegaron a soñar con la gloria esquiva para un equipo cuyo nombre resultaba impronunciable: Chapecoense.
Ahora nadie lo olvidará: Chapecoense, un equipo humilde de Chapecó, población de la región de Santa Catarina, Brasil, cuyos doscientos mil habitantes no hacen más que llorar la muerte de la mayoría de los integrantes del equipo de fútbol de la ciudad. La muerte los sorprendió a escasos cuatro minutos de aterrizar en Medellín, provenientes de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
En Brasil si no hay playas hay fútbol, como sucede en Chapecó cuyos habitantes los fines de semana asisten al estadio a ver jugar a su amado Chapecoense. El estadio es su playa y el equipo su gran pasión. En la tierra del fútbol el Chapecoense se había convertido en el equipo de todos, no sólo por su modesto origen, sino también porque a punta de triunfos, como los logrados ante el Junior de Barranquilla y el San Lorenzo de Argentina, se supo ganar el afecto y el cariño de todo un país.
El Chapecoense debía jugar la final de la Copa Suramericana contra Atlético Nacional de Medellín, pero la fatalidad sepultó en el cerro El Gordo de La Unión, Antioquia, los sueños de Caio Junior y de 15 de los jugadores del equipo, así como de 21 periodistas que venían a cubrir la final de la Copa Suramericana. En total en el avión accidentado viajaban 77 personas, de las cuales sólo 7 sobrevivieron.
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El camino del Chapecoense hacia la gloria fue corto, pero intenso. En 2006 el equipo jugaba en la división D del fútbol brasileño y ya en 2014 ganó su primer título en la categoría A. La ilusión por ganar su primer torneo internacional llegó a su fin a las 10 de la noche del lunes, cuando el avión que transportaba al equipo se estrelló contra el cerro El Gordo, cuando tan solo le faltaban cuatro minutos para aterrizar en el aeropuerto José María Córdoba de Rionegro.
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Hoy Chapecó está de luto y el mundo del fútbol también. La ilusión del Chapeconse llegó a su fin. El modesto equipo de Chapecó que nos enseñó que en el fútbol no siempre la chequera es la que se impone y que cuando hay convicción, planificación y propósitos comunes, se pueden cumplir las metas.
Ayer, en medio de su dolor, un hincha del Chapecoense expresó su pesar con una frase conmovedora: "El Chapecoense ascendió tanto que llegó hasta el cielo". Y así fue.