"¿Quién llora a los niños Wayúu?": editorial de Ley del Montes junio 23
Editorial de Óscar Montes.
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La cifra es escandalosa y muestra la indolencia de los gobiernos nacional y departamental con la suerte de los niños de La Guajira: 34 menores han muerto por desnutrición en lo que va corrido del año en ese departamento.
Es una verdadera tragedia humanitaria la que está viviendo el pueblo Wayúu desde hace varios meses, pero hasta la fecha ninguna autoridad ha tomado cartas en el asunto, ni ha ofrecido una solución definitiva a la crisis. Nada logra conmover a quienes tienen en sus manos la vida de cientos de niños guajiros.
La tragedia de los menores clama al cielo, mientras desde Bogotá nombran comisiones y delegaciones para que viajen a La Guajira y se enteren de primera mano de la desgracia que padecen los niños y hasta los adultos de la Península.
Cada delegación viene acompañada –claro- de cámaras de televisión y periodistas que cubren la visita de los distinguidos funcionarios procedentes de la capital de la República. Sus rostros compungidos aparecen en las primeras páginas de los diarios y en las imágenes de los noticieros de televisión. Puro show. Nada más.
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La víctima más reciente de la comunidad Wayúu es la pequeña Fabiola Epinayú Uriana, de apenas 14 meses de vida, quien falleció por desnutrición –es decir, por física hambre- en la comunidad de Guayabita, jurisdicción de Manaure.
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El fallecimiento de la niña se produjo en momentos en que un juzgado de San Juan del Cesar se disponía a fallar una tutela –interpuesta por sus familiares- para que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) les reconociera sus derechos a la salud y a la vida.
Mientras las muertes de los niños guajiros ocurren una detrás de otra ante la indolencia del Icbf y del Ministerio de Salud, el departamento atraviesa una de sus peores crisis política de los últimos años, hasta el punto de que la gobernadora –Oneida Pinto- fue destituida por el Consejo de Estado, por haber violado el régimen de inhabilidades.
Es decir, en estos momentos la clase política del departamento está ocupada en asuntos mucho más importantes, como es el hecho de tratar de poner al frente de la administración departamental a una de sus fichas. Triste tener que decirlo, pero es la realidad: a los niños de La Guajira solo sus familiares los lloran, como acaba de suceder con la pequeña Fabiola Epinayu Uriana. Nadie más.