Año Nuevo, metas nuevas, ¿cómo hacerlas realidad y que no queden en el papel?
Conozca cómo hacer que los propósitos de Año Nuevo dejen de ser una lista de buenas intenciones y se conviertan en un plan real y alcanzable.
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Con el cierre de 2025, muchas personas ya comienzan a proyectar sus propósitos para el 2026: mejorar la salud, crecer profesionalmente, organizar las finanzas o aprender nuevas habilidades. Sin embargo, la experiencia demuestra que el entusiasmo inicial no siempre se traduce en resultados. Un estudio de la Universidad de Scranton reveló que 9 de cada 10 personas no cumplen sus propósitos de Año Nuevo, principalmente porque los plantean de forma vaga, sin plazos definidos ni un método claro para alcanzarlos.
Las cifras refuerzan este problema: el 23 % de quienes se proponen una meta la abandonan en la primera semana del año. Para Paula Valentina Vargas, experta en desarrollo personal y negocios y CEO de Building Empires, el error no está en soñar en grande, sino en la forma de estructurar esos objetivos. A lo largo de su trabajo con más de 1.000 personas, ha identificado que la falta de claridad y de planificación es el principal obstáculo para sostener el compromiso en el tiempo.
Vargas, creadora de una metodología enfocada en el cumplimiento real de metas, explica que muchos propósitos fracasan porque no cuentan con un plan de acción ni con un sistema de seguimiento. Metas sin pasos concretos, sin revisiones periódicas o sin espacios definidos en la agenda suelen diluirse rápidamente en la rutina diaria.
Además, la experta advierte que la presión social por “cambiar de vida en enero”, el exceso de metas simultáneas y la ausencia de rendición de cuentas aceleran el abandono. Por eso, insiste en que el éxito no depende únicamente del deseo, sino de la estrategia. Un objetivo bien formulado debe ser medible, realista y flexible. Un ejemplo claro es el aprendizaje de un idioma: en lugar de decir “voy a aprender inglés”, recomienda definir algo concreto, como alcanzar un nivel B2 en 12 meses, estudiando 45 minutos diarios en un horario previamente agendado y con una metodología definida.
Finalmente, Vargas resume las claves para que las metas no se queden en el papel: establecer objetivos claros y medibles, dividirlos en acciones pequeñas, crear un sistema de seguimiento diario, revisar periódicamente los avances y celebrar cada progreso. Mantener presente el “para qué” de cada meta ayuda a sostener la disciplina cuando la motivación baja. Así, los propósitos de Año Nuevo dejan de ser una lista de buenas intenciones y se convierten en un plan real y alcanzable.