Qué significa que un conductor se moleste cuando lo adelantan en carretera, según la psicología
De acuerdo con el Colegio Colombiano de Psicólogos, el enojo al volante no surge del tráfico en sí, sino del ego.
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Así como es normal ver a conductores conduciendo con el codo fuera de la ventana, molestarse cuando otro carro lo adelanta en carretera es una reacción más común de lo que parece.
Para muchos conductores, ese gesto se percibe como una provocación o un desafío, y aunque a primera vista parezca una simple respuesta emocional, desde la psicología del tránsito tiene una explicación profunda relacionada con la identidad, el ego y la percepción del control.
Ángela Ríos, representante del Campo de Psicología del Tránsito y la Seguridad Vial del Colegio Colombiano de Psicólogos, detalló a Blu Radio que “es una emoción normal que experimentan la mayoría de los conductores”.
Según explica la experta, esa molestia no tiene tanto que ver con la maniobra en sí, sino con lo que el cerebro interpreta detrás de ella.
“Emocionalmente, eso ocurre porque asociamos el auto con nuestro propio yo. Según William y Matthews, el vehículo es una extensión simbólica del cuerpo, representa nuestro espacio personal, nuestro poder y control”, explicó Ríos en diálogo con este medio.
La explicación de la psicóloga coincide con uno de los principios más estudiados dentro de la psicología del tránsito: la identificación del individuo con su vehículo. Para muchas personas, el carro no es solo un medio de transporte, sino una proyección de su identidad y su autonomía.
Cuando otro conductor sobrepasa o adelanta, el cerebro no interpreta ese acto como una maniobra neutra, sino como una invasión simbólica del espacio personal.
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“Cuando alguien nos sobrepasa, el cerebro no lo interpreta como una simple maniobra, sino como una amenaza o competencia. Por eso surge el enojo, como si el otro conductor hubiera invadido nuestro territorio”, indicó Ríos.
Esa sensación activa respuestas emocionales similares a las que se generan ante una ofensa o una falta de respeto en la vida cotidiana.
En el contexto del tránsito, sin embargo, estas emociones pueden manifestarse de forma inmediata, con reacciones impulsivas como acelerar, bloquear el paso o intentar “recuperar el control” del espacio vial.
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De acuerdo con Ríos, el enojo al volante no surge del tráfico en sí, sino del ego. Es una respuesta emocional inconsciente que aparece cuando el conductor siente que pierde el dominio sobre la situación.
Sin embargo, permitir que esa molestia se exprese mediante conductas agresivas aumenta significativamente el riesgo vial.
El problema no está en sentir la emoción, sino en cómo se maneja. La psicóloga advierte que reconocer ese enojo es el primer paso para prevenir conductas de riesgo, como frenar bruscamente, hacer cierres o competir con otros vehículos.
“Reconocer esa emoción es fundamental para prevenir conductas de riesgo como acelerar, bloquear o responder con hostilidad en la vía”, señaló.
Diversos estudios en seguridad vial coinciden en que la ira al volante es una de las causas más frecuentes de accidentes por conducción temeraria. Reacciones momentáneas pueden escalar rápidamente y derivar en choques, discusiones o incluso agresiones físicas.
La psicología del tránsito ha demostrado que la madurez emocional influye directamente en la seguridad en carretera. Conducir con calma, mantener el control y no responder a provocaciones permite reducir el riesgo de incidentes.
Ríos lo resume así: “La madurez emocional se traduce en seguridad”.
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Entender que el vehículo no es una extensión del yo, sino una herramienta de movilidad compartida, ayuda a mejorar la convivencia en las vías.
En últimas, la psicología enseña que no se trata de quién va adelante, sino de cómo se asume la experiencia de conducir.