¿Por qué los conductores bajan el volumen cuando buscan una dirección? Psicóloga explica la razón
La experta Ángela Ríos aclaró que desde la neuropsicología del tránsito este comportamiento tiene una explicación científica.
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Al igual que conducir con el codo por fuera de la ventana del carro, bajar el volumen del radio mientras se estaciona o se busca una dirección es un gesto común en muchos conductores.
Aunque pueda parecer un hábito sin importancia, desde la neuropsicología del tránsito este comportamiento tiene una explicación científica relacionada con la forma en que el cerebro gestiona la atención durante la conducción.
Consultada por Blu Radio, para Ángela Ríos, representante del Campo de Psicología del Tránsito y la Seguridad Vial del Colegio Colombiano de Psicólogos, bajar el volumen para buscar direcciones no es casual ni una simple costumbre, sino que es una respuesta natural del cerebro ante una mayor demanda cognitiva.
“No es un gesto de rareza, es pura neuropsicología aplicada al tránsito. El cerebro tiene recursos atencionales limitados, como lo describe Wikens; no puede procesar al mismo tiempo música, ruido, orientación espacial y control del vehículo”, explicó Ríos en diálogo con este medio.
Durante la conducción, el cerebro distribuye su atención entre múltiples tareas: controlar la velocidad, observar señales, anticipar movimientos de otros vehículos y procesar estímulos auditivos y visuales del entorno.
Sin embargo, cuando el conductor enfrenta una tarea que exige mayor precisión —como estacionar, girar en un espacio reducido o identificar una dirección—, el sistema cognitivo prioriza lo esencial y reduce los estímulos innecesarios.
“Cuando el conductor enfrenta una tarea más exigente, por ejemplo, estacionar o leer una señal, su sistema cognitivo necesita silencio para liberar recursos visuales y espaciales”, indicó la psicóloga.
En ese sentido, bajar el volumen del radio funciona como una estrategia intuitiva de seguridad. Según la experta, este gesto tiene varias razones neuropsicológicas:
La explicación científica de este fenómeno se basa en el modelo de recursos atencionales limitados, desarrollado por el investigador Wickens, que sostiene que la mente humana no puede procesar simultáneamente múltiples fuentes de información compleja.
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Escuchar música, mantener una conversación y conducir son actividades que demandan atención en distintos canales sensoriales. Por ello, cuando la tarea de conducción se vuelve más exigente, el cerebro redistribuye su energía cognitiva y reduce los estímulos secundarios.
Ríos explicó que, en esos momentos, bajar el volumen se convierte en un reflejo automático, una acción instintiva de autorregulación.
“Bajar el volumen es en realidad una estrategia intuitiva de seguridad. Reducimos lo que no necesitamos para aumentar la concentración”, señaló.
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Este comportamiento demuestra cómo el cuerpo y el cerebro trabajan de manera conjunta para mantener la seguridad. Aunque el gesto parezca mínimo, refleja una coordinación inconsciente entre percepción, atención y control del entorno, lo que contribuye a evitar errores y distracciones.
La seguridad vial no depende únicamente del cumplimiento de las normas, sino también de la capacidad del conductor para reconocer y atender las señales internas que indican cuándo necesita mayor concentración.
Según la experta, los accidentes por distracción cognitiva son una de las principales causas de siniestros viales, y reducir los estímulos irrelevantes, como el sonido, puede marcar la diferencia entre una maniobra segura y un error de cálculo.
“En lo esencial, un gesto tan pequeño demuestra cómo el cuerpo y el cerebro se coordinan para protegernos cuando los escuchamos”, concluyó Ríos.