Así es como Lula, usando la diplomacia, logró otra victoria ante las sanciones de Donald Trump
La ministra de Relaciones Institucionales y aliada cercana de Lula, Gleisi Hoffmann, señaló que era "una gran victoria de Brasil", mientras la familia Bolsonaro admitió recibir "con pesar" la noticia de la retirada.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se anotó este viernes otra victoria diplomática ante su homólogo estadounidense, Donald Trump, después de que este último retirara las sanciones contra el juez Alexandre De Moraes, magistrado de la Corte Suprema del país latinoamericano.
De Moraes, instructor del caso por golpismo contra Bolsonaro, fue incluido en una lista de violadores de derechos humanos, lo que implicó el congelamiento de todos los bienes y activos que este pudiera tener en EE.UU.
Reversar esta decisión por parte de la Casa Blanca supone el último paso de la desescalada en las tensiones generadas a raíz del juicio contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro (2019-2022) por un intento de golpe de Estado.
La ministra de Relaciones Institucionales y aliada cercana de Lula, Gleisi Hoffmann, señaló que era "una gran victoria de Brasil", mientras la familia Bolsonaro admitió recibir "con pesar" la noticia de la retirada de unas sanciones que ella misma impulsó.
El resultado, en cualquier caso, valida la estrategia de Lula de no ceder ante las presiones de EE.UU., como sí han hecho otros países desde que Trump lanzó su guerra comercial.
"Nadie respeta a quien no se respeta", declaró este jueves el mandatario brasileño sobre su relación con el estadounidense.
El proceso judicial contra el líder ultraderechista, aliado de Trump, llevó a la Casa Blanca a imponer en julio aranceles del 50 % sobre una parte de las importaciones brasileñas, los gravámenes más altos anunciados hasta entonces contra cualquier país. Así como la inclusión del magistrado De Moraes en una lista de violadores de derechos humanos.
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Trump justificó la batería de medidas por una supuesta "persecución política" del Supremo contra su aliado, y acusó al Gobierno brasileño de realizar acciones que eran "repugnantes a los valores morales y políticos de sociedades democráticas".
Las sanciones y los aranceles, sin embargo, tuvieron un efecto opuesto al deseado. Lula no dio su brazo a torcer, se encasquetó una gorra con el lema de 'Brasil es de los brasileños', y abrazó una retórica nacionalista en defensa de la soberanía.
Al mismo tiempo, después de varios meses con índices de popularidad a la baja, las encuestas señalaron un repunte del apoyo al Gobierno, a un año de las elecciones presidenciales.
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El Supremo, por su parte, tampoco se dio por aludido y condenó en septiembre al expresidente a 27 años de prisión por tratar de mantenerse en el poder tras perder las elecciones de 2022.
Además, imputó por coacción al diputado Eduardo Bolsonaro, el hijo que se mudó a EE.UU. en marzo para solicitar al Gobierno de Trump que impusiera sanciones para intentar librar al padre de la cárcel.
Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva
Foto: AFP
Reuniones y buena "química"
En este contexto y después de meses de no responder al teléfono, en septiembre la Casa Blanca empezó a suavizar su posición.
Lula y Trump, que tienen una edad similar, mantuvieron un breve encuentro durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, tras el cual el estadounidense dijo haber sentido una "química excelente".
En octubre, los líderes tuvieron una reunión presencial de unos 50 minutos en Malasia en la que se confirmó la buena sintonía.
Durante ese encuentro, Trump, quien a menudo se presenta como víctima del aparato judicial, expresó su admiración por la trayectoria de Lula y por el hecho de que este se recuperara políticamente tras una condena por corrupción que luego fue anulada, según contó posteriormente el canciller brasileño, Mauro Vieira.
Lula, por su parte, le dijo que el círculo de Bolsonaro había querido asesinarlo, uno de los elementos que fue incluido en la causa judicial, y que el expresidente era parte del pasado.
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"Él sabe que a rey muerto, rey puesto", informó a la prensa, tras la reunión.
En el vuelo de vuelta a EE.UU. después de su gira asiática, el estadounidense dijo que Lula era un "tipo muy vigoroso", uno de sus cumplidos favoritos.
Los resultados de estas reuniones no se hicieron esperar. En noviembre, la Casa Blanca retiró los aranceles del 50 % sobre algunas de las principales importaciones brasileñas, entre las cuales se encuentra el café y la carne.
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Ahora, con la retirada de la sanción al magistrado De Moraes, el camino hacia la distensión diplomática entre los dos gigantes del continente parece más despejado que nunca.