La sustancia del 'Popeye humano' amenaza con destruirle ambos brazos: podrían amputárselos
Tereshin enfrenta un panorama crítico tras haberse inyectado vaselina y Synthol para aumentar artificialmente sus bíceps.
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El caso de Kirill Tereshin, conocido mundialmente como el ‘Popeye ruso’, vuelve a sacudir las redes y el entorno del deporte extremo. Lo que en 2017 comenzó como una extravagancia viral para ganar seguidores terminó convirtiéndose en un drama médico que hoy podría costarle algo tan esencial como los brazos.
Con solo 29 años, Tereshin enfrenta un panorama crítico tras haberse inyectado vaselina y Synthol para aumentar artificialmente sus bíceps, una práctica que especialistas llevan años advirtiendo como riesgosa.
Su transformación lo llevó a sumar miles de seguidores en cuestión de meses. Sin embargo, detrás del personaje digital había un cuerpo sometido a sustancias prohibidas y un joven que lidiaba con dolores constantes, inflamaciones severas y secuelas que no dan tregua. Actualmente, los médicos hablan abiertamente de la amputación como la única salida viable.
Las consecuencias no tardaron en aparecer. Su organismo rechazó las sustancias, generando fibrosis tisular, infecciones profundas y un deterioro muscular que avanza sin pausa. Aunque Tereshin ha pasado por varias cirugías para retirar parte del material, los especialistas señalan que gran parte del daño es irreversible.
El propio joven ha contado que vive con dolor crónico y que sus brazos ya no tienen funcionalidad normal. La inflamación permanente, la limitación de movilidad y las infecciones recurrentes lo mantienen al borde. Esa gravedad es la que ha puesto sobre la mesa la posibilidad de amputar ambos brazos para salvarle la vida.
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La historia de Tereshin no es un caso aislado. En Brasil, por ejemplo, se han registrado situaciones similares, como las de Arlindo de Souza, Romario Dos Santos Alves y Valdir Segato. Todos tienen en común el uso de Synthol, una mezcla de aceite (85 %), lidocaína y alcohol diseñada para generar volumen artificial sin aportar ningún beneficio deportivo.
El fisicoculturista olímpico Francisco Ozores explicó que este tipo de sustancias no tiene ninguna funcionalidad deportiva: no aumenta fuerza, no mejora el rendimiento y produce un aspecto inflamado que, a simple vista, revela su uso. En competencias está totalmente vetado y su detección implica descalificación inmediata.
Los riesgos médicos también son amplios. Entre los más frecuentes se encuentran:
El caso del ‘Popeye ruso’ se convirtió en un mensaje urgente para miles de jóvenes que buscan transformaciones rápidas sin medir las consecuencias. Hoy, mientras intenta salvar sus brazos, Tereshin enfrenta la dura lección de que la fama puede durar segundos, pero las secuelas del uso de sustancias peligrosas quedan para toda la vida.