Monseñor Mario Álvarez asegura que situación en el Chocó es crítica: "aquí reina el miedo"
Monseñor Mario Álvarez, obispo de Istmina-Tadó, describió la situación y reveló devastadores detalles sobre el paro armado en Chocó.
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El departamento del Chocó se encuentra nuevamente bajo la sombra de un paro armado, el tercero en lo que va del año, anunciado por el ELN y que se extenderá hasta este domingo. Aunque las autoridades no han reportado alteraciones graves al orden público, la realidad para las comunidades es otra: un profundo temor que paraliza la vida diaria.
Monseñor Mario Álvarez, obispo de Istmina-Tadó, describió la situación en Noticias de la Mañana Blu como una en la que “aquí reina el miedo, el dominio y la imposición que traen estos paros armados ya infunden de tal manera pavor, que todo se desestabiliza, todo se aquieta, el comercio se frena, la movilidad... todo, todo realmente está parado”.
El impacto económico es devastador, con estimaciones de pérdidas diarias de 117.000 millones de pesos para diversos sectores, dada la paralización de gran parte de las actividades económicas. Corredores vitales como la vía Quibdó-Medellín o Quibdó-Pereira, así como afluentes importantes como el San Juan, el Atrato y el Baudó, están prácticamente inactivos. Los transportadores calculan que han dejado de movilizar a cerca de 2.600 pasajeros.
La crisis humanitaria es una constante para las comunidades, especialmente en zonas rurales, que sufren confinamiento y la imposibilidad de acceder a derechos fundamentales como el trabajo, la salud, la educación y la alimentación. La recurrencia de estos paros ha llevado a una dolorosa normalización de la situación.
Monseñor Álvarez lamenta que “esta situación se nos volvió costumbre en el departamento. Ya todos, como que, nos hicimos a la idea de que cuando se decreta un paro armado, todos nos tenemos que quedar... confinados”. Incluso el obispo se vio impedido de asistir a la fiesta patronal en Las Ánimas, Unión Panamericana, a pesar de que la movilidad de líderes religiosos suele ser respetada.
Desde 2022, con el inicio de las mesas de negociación con el Gobierno, se han registrado más de siete u ocho paros armados, lo que genera dudas sobre la verdadera voluntad de paz de los grupos armados. Ante esta persistencia, la Iglesia —como facilitadora y acompañante de los procesos— insiste en que el diálogo es el único camino.
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Sin embargo, Monseñor Álvarez enfatiza la necesidad de seriedad y cumplimiento: “Es un llamado a la seriedad, un llamado al real compromiso por el bien de esta comunidad, de todo el Chocó, de todo este Pacífico colombiano... de toda Colombia”.
Existe una profunda preocupación por la fragilidad de los acuerdos. El Monseñor señaló que, si “no hay claridad en el cumplimiento de lo que se va estableciendo, si no hay precisión de tal manera que, de un lado y del otro, se sienta que las cosas están avanzando, pues estamos en un proceso cargado de fragilidad”.
A pesar de los esfuerzos de las fuerzas públicas por garantizar la seguridad, el miedo sigue reinando entre la población. La gente prefiere no moverse, “cuidando sus carros, cuidando sus negocios, cuidando sus vidas, porque fácilmente los pueden señalar”.
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La falta de firmeza en el cumplimiento de los pactos por ambas partes, así como los intereses personales, obstaculizan el avance de los procesos. La Iglesia, concluye Monseñor Álvarez, continuará acompañando e insistiendo a todas las partes para que la paz prime sobre cualquier otro interés.