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Maestros amargados y frustrados no podrán educar bien

Un maestro que ame lo que hace, que esté preparado integralmente, es un actor prioritario en la transformación de la sociedad.

Albeto Linero
Albeto Linero
Foto: Blu Radio

En la época de las máquinas que lo saben todo, que se anticipan a lo que deseamos, que responden mejor que nosotros a cualquier interrogante, muchas personas se preguntan por el lugar y el rol de los maestros y maestras. Algunos hasta consideran que puede ser desplazado pronto por los aparatos con sus algoritmos.

Para mí, el maestro es irremplazable en el proceso de enseñanza-aprendizaje, porque es la relación con él la que mayor influencia ocasiona en los estudiantes, es allí donde se sirve como referente para el desarrollo de las habilidades socioemocionales. Se enseña mucho más con el ejemplo de vida, dice el refranero.

Por eso toda mejora en el proceso educacional tiene que trabajar en la formación integral de los maestros. No solo en la pedagogía y didáctica, sino en todo su ser. Si los maestros no tienen una excelencia integral, la educación no será de calidad y los resultados no serán los esperados. Por eso celebro la convocatoria de becas de la Secretaria de Educación en la que se ofertaron 64 cupos para que los maestros, las maestras y los directivos docentes de Bogotá tengan la posibilidad de formarse más en diplomados sobre equidad de género y de política pública LGTBI. Los diplomados serán semipresenciales y durarán 100 horas. Creo que es un paso grande para que desde las aulas se trabaje para cerrar la brecha de desigualdad en temas de género.

Es invirtiendo en los maestros como se puede impactar seriamente el proceso. Para ello es necesario que se les haga una evaluación constante, no solo en el manejo de la información y los conocimientos, sino en la forma como se relacionan con los estudiantes. Aquí es fundamental también brindar las condiciones óptimas para que puedan desempeñar su proceso.

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Todavía hay muchos lugares en los que las condiciones son ínfimas y por mucho esfuerzo que haga el docente no puede lograr los resultados exigidos. Un maestro que ame lo que hace, que esté preparado integralmente, es un actor prioritario en la transformación de la sociedad. Maestros amargados y frustrados no podrán educar bien.

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