La pandemia por el COVID-19 deja héroes silenciosos, que aún, frente a una enfermedad de la cual aún se desconocen muchas cosas, cada día deja miles de víctimas mortales en el mundo.
El último paso en las despedidas, es dejar el cuerpo en las manos de quienes trabajan en los hornos crematorios, y traducen, con respeto, el amor de las familias y quedan las cenizas de los que hacen el último viaje. Alcibiades Fernández guarda la responsabilidad de proteger lo que queda de quien se va.
Trabaja en el Grupo Recordar, compañía dedicada a prestar servicios fúnebres, y es quien permanece en los hornos crematorios, ya sea en bicicleta o en carro, llega al Cementerio Jardines del Recuerdo en Bogotá, y después de encomendarse a las “almas benditas”, toma su indumentaria, hace un ritual de bioseguridad y ¡a trabajar!.
“Este es un trabajo que nadie quiere hacer, pero es necesario. En estos tiempos de difíciles es una labor que hay que afrontar con el mayor compromiso y entereza posible. Me coloco mi uniforme y mis implementos de seguridad que por este tiempo se han incrementado bastante, antes de empezar, aunque no soy mucho de rituales y cábalas, siempre me encomiendo a las almas benditas que me acompañan”, relata Alcibiades.
Va a cumplir 30 años en la compañía y casi 24 como operario de horno crematorio, dice que la dificultad es compleja, pues llegar a trabajar a un lugar donde los muertos son de todos los días, todo el tiempo, pues al principio, en las noches había desvelo y “pensadera”, pero señala que siempre su labor se debe llevar con el respeto a la dignidad humana.
“Con el tiempo he aprendido mucho, porque hay familias que les he prestado servicios hace más de 20 años y llegan al parque cementerio y me recuerdan con cariño, entonces siempre hay una tranquilidad de que se les ha ayudado a superar una pérdida y por eso hay que tratarlos con respeto y dignidad”, añadió.
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Alcibiades tienes dos hijos y una nieta, y aún en medio de la incertidumbre cuenta que no hay cosa más importante que el apoyo de la familia, más aún cuando la exposición al virus puede incrementar más allá de las medidas de cuidado en extremo.
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Solo en dicha compañía se han prestado servicios funerarios a 7.500 familias en Colombia que han perdido a un ser querido víctima del COVID-19.
“La responsabilidad es conmigo mismo, y con las personas que uno ama, y de esa manera cuidarlos y cuidarme a mí mismo, por eso la recomendación es a que se tome seriedad con el COVID, y uno trabajando en el sector funerario es testigo de graves consecuencias y el dolor de las familias que se han visto afectadas por el virus”, concluyó.