En medio de un encuentro de la Comisión de la Verdad en el que se exaltó la importancia de las comunidades negras y raizales en Colombia, y se destacó la necesidad de reconocer responsabilidades en el conflicto desde todos los sectores con estas poblaciones, uno de los que entregó un mensaje de perdón y reconoció errores fue el máximo líder del Partido Farc, Rodrigo Londoño, Timochenko.Recordando los hechos del 2 de mayo de 2002 en el que se registró la masacre de Bojayá en la que decenas de personas murieron estando en medio de combates entre la guerrilla y los paramilitares, Timochenko dijo que siempre van a cargar con ese episodio pese a la generosidad de las víctimas.De otro lado, el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, a través de una llamada, reconoció los errores a las víctimas de la masacre de Mampuján cometida por las AUC e insistió en la responsabilidad del Estado.“Las desapariciones fueron unos de los hechos de guerra que se presentaron en el conflicto armado colombiano, su mayoría se extendió y generalizó por pedido del mismo Estado colombiano, de las fuerzas militares y de Policía porque le aumentaba los índices de estadísticas de homicidio y pedía que se desaparecieran las víctimas para que así, no afectara las estadísticas que ellos llevaban sobre homicidios y muertes en la región”, expresó el exjefe de las AUC.
Leyner Palacios Asprilla es una de las víctimas de la masacre de Bojayá (Chocó), perpetrada el 2 de mayo del 2002 por las Farc y que causó la muerte de 79 personas. De estos, cerca de 48 eran menores de edad.Palacios, quien hace parte de la Comisión de la Verdad y ha alcanzado gran reconocimiento en su activismo, recibió el premio al Defensor del año, un reconocimiento a quienes trabajan en la defensa de los DDHH y las libertades fundamentales en el país.“Me ha tocado pararme de las cenizas”, ha sostenido Palacios.Sobre la masacre de Bojayá, Palacios es un testigo de excepción, pues perdió a decenas de seres queridos.“Esa masacre me dejó la pérdida de 28 familiares, entre primos y sobrinos. Así como cuatro amigas. En total 32 familiares. Ese día nosotros salimos corriendo después de la pipeta. Yo estaba en la casa de las hermanas agustinas. Había salido de la iglesia porque les habíamos pedido a los paramilitares que se retiraran del lugar porque nos habían cogido como escudo humano”, narra Palacios.Escuche la semblanza de Leyner Palacios en Mañanas BLU:
Leyner Palacios Asprilla es una de las víctimas de la masacre de Bojayá (Chocó), perpetuada el 2 de mayo del 2002, por las Farc, que causó la muerte de 79 personas, de las cuales cerca de 48 eran menores de edad.Palacios fue elegido como nuevo integrante de la Comisión de la Verdad, creada en el marco de los acuerdos de paz, con el objeto de esclarecer lo ocurrido durante con conflicto armado.En entrevista con El Radar, Palacios, víctima de la tragedia en Bojayá, habló sobre su papel en la Comisión de la Verdad y sobre lo que ha ocurrido, 18 años después, con las víctimas del conflicto.“Llego a contar una verdad del dolor, va a ser una verdad dura, terrible, pero estoy para aportar a la reconciliación del país”, afirmó.Afirmó que, en lo que va corrido del año, han asesinado, aproximadamente, 160 líderes sociales, pues es el reflejo de una guerra que, hasta ahora, no se ha ido."Yo sufrí esa guerra y no quisiera que otros colombianos la tuvieran que padecer", dijo.Leyner Palacios, hizo un llamado al Gobierno Nacional, pues afirmó que la guerra se está fortaleciendo y las autoridades no le están “prestado la debida atención”.“Le insistimos al Gobierno Nacional que necesitamos salir del conflicto armado”, afirmó.
Leyner Palacios fue elegido como nuevo integrante de la Comisión de la Verdad, creada en el marco de los acuerdos de paz, con el objeto de esclarecer lo ocurrido durante con conflicto armado.En entrevista con Mañanas BLU, Palacios, víctima de la tragedia de Bojayá, recordó los hechos, 18 años después de ocurridos.“Esta masacre me dejó la pérdida de 28 familiares, entre primos y sobrinos. Así como cuatro amigas. En total 32 familiares. Ese día nosotros salimos corriendo después de la pipeta. Yo estaba en la casa de las hermanas agustinas. Había salido de la iglesia porque les habíamos pedido a los paramilitares que se retiraran del lugar porque nos habían cogido como escudo humano”, dijo.Añadió que los miembros de las autodefensas no atendieron su llamado y comenzaron a disparar y ellos no tuvieron otra opción que salir a correr.Su llegada a la Comisión de la VerdadPalacios dijo que se siente muy agradecido por el respaldo que la comisión le dio y añadió que escuchar a las víctimas lo anima a continuar buscando la verdad de los hechos ocurridos durante el conflicto.“Espero que nos acompañen. Para nosotros es fundamental recibir todos los testimonios de las víctimas, de los victimarios y de empresario que de pronto aportaron al conflicto. Mi gran compromiso es tener con todos y toda la apertura para lograr explicarle al país las causas profundas de lo que ocurrió”, dijo.Escuche la entrevista completa en Mañanas BLU:
El chocoano Leyner Palacios será el nuevo comisionado de la Verdad, tras semanas de procesos y después de que se presentaran 60 candidatos para asumir el cargo que ostentaba Ángela Salazar, quien falleció por COVID-19.Palacios es líder social y víctima sobreviviente de la masacre de Bojayá, ocurrida en mayo de 2002. Es uno de los más importantes conocedores del conflicto armado, principalmente en el Pacífico colombiano, y ha estado al frente de diferentes procesos con quienes padecieron la guerra en el Chocó; ha sido víctima de desplazamiento, amenazas e intimidaciones por denunciar, entre otras, vínculos paramilitares.Leyner Palacios conformará el equipo de once comisionados que, de acuerdo con la Comisión de la Verdad, actúan como un cuerpo colegiado y trabajan de manera exclusiva.Cada uno de ellos ha sido escogido por un jurado independiente del Gobierno a través de convocatoria pública con base en su experiencia, compromiso y conocimiento del conflicto armado en Colombia. Palacios se desempeña actualmente como representante de la Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico.
Entre el 1 y el 2 de mayo de 2002 se produjo una de las peores masacres en la historia del conflicto armado en Colombia. Combates entre las Autodefensas y la entonces guerrilla de las Farc dejaron como saldo un centenar de muertos entre mujeres, hombres y más de cuarenta niños.Durante horas, el estruendo de los fusiles se mezcló con el impacto de una pipeta bomba en la iglesia de Bellavista en Bojayá, Chocó.Le puede interesar: ¡Ojo con noticias falsas! Circular de MinTrabajo no anuncia ampliación de cuarentenaLuego de 18 años, quienes padecieron el horror de la guerra relatan que la responsabilidad de los grupos al margen de la ley y la indiferencia del entonces Gobierno se sumaron para provocar una tragedia que era inminente y estaba anunciada.Vea y escuche los relatos de Domingo Chalá, Leyner Palacios, Albeiro Parra, Antún Ramos, donde, a pesar de la violencia que permea las selvas chocoanas y las riberas del Atrato, aún creen en la paz y llaman a un pacto de reconciliación.El confinamiento no solo es por la cuarentena que deriva de la pandemia del coronavirus, sino por la violencia que no cesa en un pueblo que clama para que la reparación vaya más allá de actos simbólicos y accesos escasos a servicios públicos, para que se pueda consolidar una garantía de no repetición y que las nuevas generaciones no tengan que sufrir la epidemia de un olvido estatal.Convierta a BLU Radio en su fuente de noticias
Autoridades locales alertaron que desde el 4 de abril se produjo un primer desplazamiento de unas 193 personas de la etnia indígena Embera del resguardo Pichicora Chicue-Punto Alegre, pertenecientes a la comunidad de la vereda Nueva Jerusalén.La Oficina de Naciones Unidad para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) identificó otro desplazamiento del 7 de abril en el que se encontraba la comunidad Guayabal, quienes se asentaron en la vereda Las Peñitas afectando cerca de 200 personas por la reactivación de la violencia al interior de esta comunidad.Lea también: “Prohibieron hablar por celular”: habitante de Pogue, caserío sitiado en BojayáEstos desplazamientos habían sido registrados desde el 28 de marzo.Para la Ocha, la crisis del coronavirus dificulta la respuesta a las necesidades multisectoriales para cerca de 1.362 personas afectadas por estas emergencias.Convierta a BLU Radio en su fuente de noticias
El combate entre el ELN y el Clan del Golfo en zona rural de Bojayá, que se registró durante esta semana, según el Monitor del Cese Unilateral del ELN del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), no es una violación al cese al fuego anunciado por esa guerrilla.El informe del monitor precisa que en el período de observación se registró un combate entre el ELN y Clan del Golfo en zona rural de Bojayá, Chocó, “el Alto Comisionado para la Paz afirmó que “es absolutamente evidente que si hay combates en la zona del Chocó es porque no hubo cese al fuego”. Sin embargo, para CERAC este combate no supone “una violación al cese de ese grupo”.Le puede interesar: Enfrentamientos entre ELN y Clan del Golfo desplaza docenas de indígenas en ChocóLos enfrentamientos en el departamento de Chocó generaron el desplazamiento forzado de cuatro comunidades Indígenas en donde hay más de 40 familias.Para CERAC, “un enfrentamiento por encuentro, un combate por iniciativa de otro grupo diferente al ELN o un enfrentamiento sin conocimiento del grupo que tomó la iniciativa, no se incluye como una violación del cese”.Así mismo, el monitor precisa que “no se registraron acciones ofensivas atribuidas al ELN y que sean violatorias al cese” en lo que va del mes de abril.Convierta a BLU Radio en su fuente de noticiasParalelo a esto, durante el período de observación CERAC asegura que se registraron tres acciones violentas que no tuvieron atribución a un grupo armado específico y ocurrieron en zonas de reciente presencia violenta del ELN.En estas acciones, el 4 de abril murieron dos personas en Nariño en el ataque a una misión médica en Tumaco y el primero de abril dos policías fueron secuestrados por desconocidos en la vía Teorama - Ocaña en Norte de Santander.
Como si la guerra nunca hubiera acabado a orillas del río Atrato, los indígenas de Bojayá nuevamente están siendo sometidos a desplazamientos y trasteos obligados bajo el sonido de los fusiles de los actores del mal.La denuncia que ha llegado por parte de la Federación de Asociaciones de Cabildos Indígenas del Chocó habla de cómo, desde la noche del pasado 3 de abril, el sonido de las explosiones de al menos 10 granadas fragmentarias y el cruce de balas, ha envuelto en el dolor a los Embera Dobida, Katío, Chamí y Guna Dule porque las Autodefensas Gaitanistas y el ELN persisten en enfrentarse.Le puede interesar: Ya son 172 los casos de coronavirus en el departamento de Antioquia Y es que incluso, desde finales de marzo, en la comunidad Nueva Jerusalén, los pobladores indígenas se han convertido en escudos humanos y la reiteración de denuncias en diferentes asentamientos de Bojayá sobre confinamientos no cesan, como no lo hace la precariedad y la ausencia del Estado, pues, aunque Bellavista, casco urbano del municipio, cuenta con algunos servicios y es el ‘corazón’ donde confluyen ciertas ayudas, lo que sucede selva y río adentro es diferente.Basta ver un video rústico, grabado con un celular, para encontrar en el relato de quien lo produce, que la situación no es “cuento”, que esos niños que registran las imágenes, descalzos, con sus pertenencias al hombro y las mujeres con bebés y hombres cargando lo más pesado, es una realidad, cuando la paz no se ha cocinado del todo, cuando las ramas se convierten en la barricada de lo que fueran disparos y que solo la suerte podría no dejar penetrar una de esas balas que se escuchan entre platanales y pájaros que vuelan buscando su propio refugio tras el susto que produce una ráfaga.Por si fuera poco, las fuertes lluvias en los últimos días provocaron el desbordamiento de los ríos Pogue y Chicué, donde cientos de familias se vieron afectadas con sus pocos enseres destruidos y los caseríos bajo el agua. Allá no hay cuarentena que valga, no hay súplica y rezo que sea suficiente para proteger la vida. Allá, el ruido de las balas sigue siendo estruendoso y los hombres armados, los villanos de una película que no terminó aquel 2 de mayo del 2002 cuando las Farc y los paramilitares acabaron con un centenar de bojayaseños.Convierta a BLU Radio en su fuente de noticiasHoy, en esos pueblos olvidados, selva adentro, no hay dios ni ley, tampoco oídos que los escuchen y les den una solución precisa. El Gobierno anuncia, cada vez que se eleva una voz para decir que allá están pasando cosas, que despliegan militares para controlar la situación, pero días después, vuelven a hacer presencia los subversivos, vuelve a escucharse un cargador de fusil o una granada.Familias enteras, donde las mujeres indígenas tienen entre dos y cinco hijos, se encuentran entre fuego cruzado, según lo dice la asociación indígena, 37 lograron desplazarse a otra comunidad, en el sector de Peñita, ese relato es frecuente.Durante 2020 las denuncias han sido frecuentes, los mismos actores, las mismas víctimas y la transición de asentamientos, donde los indígenas no encuentran una trinchera permanente y como nómadas buscan un techo dónde abrigarse de la lluvia y el sofocante calor que se siente a orillas del Atrato, que en cualquier madrugada incrementa, y se confunde con el incesante fuego de las armas que parece no tener intenciones de apagar.
La Federación de Asociaciones de Cabildos Indígenas del Chocó denunció que el líder emberá José Mielito Cabrera Cuñapa fue secuestrado en el corregimiento de Carrillo, de Bojayá, en cercanías del río Atrato.Según relataron, el hombre se desplazaba en un bote hacia Bellavista, casco urbano de Bojayá, para vender plátanos y asistir a una cita médica junto a su esposa y cuatro hijos. En ese momento, hombres armados, que según la organización harían parte de las Autodefensas Gaitanistas, detuvieron la embarcación, lo sacaron y se enrutaron selva adentro.Convierta a BLU Radio en su fuente de noticiasLuego de eso, el hombre habría sido visto minutos después junto con sus captores navegando en el río Opogadó, mientras las demás personas que se encontraban en la lancha inicial tomaron rumbo durante el susto que originó el secuestro.Los cabildos indígenas pidieron al Gobierno atender el hecho que, adicional, se suma a denuncias que hacen de presencia de grupos al margen de la ley en los municipios y selvas entre el Chocó y Antioquia.Le puede interesar: Denuncian doble asesinato de comuneros indígenas en Miranda, Cauca
Luego de adelantar una encuesta en el Valle de Aburrá, Fenalco Antioquia identificó que el 83% de los comerciantes que trabajan con útiles escolares, ha reportado pérdidas por 80% en esta temporada escolar de 2021.En ese sector se encuentran papelerías, cacharrerías y librerías que ya se enfrentan a los efectos negativos de la pandemia y las medidas de aislamiento.Según Carlos Andrés Pineda, director ejecutivo del gremio en Antioquia, la preocupación radica en que enero representa hasta el 40% de las ventas anuales y se convierte en un salvavidas para el sostenimiento de cada empresa.En la encuesta también identificaron una disminución en el promedio hecha por cada estudiante del Valle de Aburrá: este año pasado, antes de la pandemia, se ubicó entre 300.000 y 700.000 pesos y mientras que para finales de 2020 y 2021 osciló entre los 100.000 y 300.000 pesos.“Esta temporada está marcada por la alternancia escolar que ha llevado a que exigencias de útiles escolares sea menor a lo que habitualmente se pedía", dijo. "Además, se suman las medidas restrictivas que se han enfocado los fines de semana, por lo que esperamos que en la medida de lo posible el mercado se normalice aunque será muy complicado recuperar lo perdido”, agregó Pineda.Precisamente, el 33% de los empresarios encuestados considera que los cierres en fines de semana y medidas como el pico y cédula ha desincentivado la compra, teniendo en cuenta que el 35% de los consumidores adquiere este tipo de elementos en el centro de Medellín.
El Instituto Nacional de Salud confirmó este lunes, 18 de enero, un total de 794 contagios nuevos de COVID-19 en Atlántico. De estos casos, 493 se dieron en Barranquilla y 301 en el resto de municipios del departamento.Así las cosas, ya son 106.181 personas que se han enfermado de coronavirus en la región desde que inició la pandemia. En cuanto a los decesos, se reportaron 12 nuevas víctimas mortales por culpa de la pandemia, 8 de ellas en Barranquilla, 2 en Soledad, 1 en Galapa y 1 en Baranoa.
Un juez de garantías de Bogotá envió a la cárcel a cinco personas que, al parecer, conformaban el grupo delincuencial ‘Tazmania,’ y que, además, estarían involucrados en la tortura y el homicidio de Michelle Amaya, de 15 años, perpetrado el pasado 30 de noviembre en el barrio San Bernardo, zona céntrica de Bogotá.Cuatro de los cinco capturados aceptaron su responsabilidad en los delitos de homicidio agravado, tortura agravada, concierto para delinquir, hurto calificado y agravado y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes; excepto alias ‘Pirry’, presunto cabecilla de la banda, quien sería el que ordenó que hurtaran y golpearan a la adolescente.Los detenidos son José Francisco Daza Alarcón, alias ‘Chepe’; Wilmar Andrés Daza Alarcón, alias ‘Andrés’, Juan Carlos Mendivelso Ibáñez, alias ‘Juan Carlos’. Además, se capturaron en flagrancia a Edinson Cervera Guarnizo, alias ‘Pirry’; Jakeline Cala Nieves, alias ‘Jakeline’; y Lady Johana Guzmán, quien es compañera sentimental del cabecilla de ‘Tazmania’.Lady Johanna Guzmán fue judicializada solo por el delito de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, al cual aceptó y aunque quedó en libertad, continúa vinculada a la investigación.