Algo huele mal en el Inpec: opinión de Ricardo Ospina
Líos con brazaletes, hacinamiento en las cárceles y fuga de reclusos son solo algunos de los problemas que hoy tienen al Inpec bajo la lupa.
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Algo huele mal en el Inpec. En los últimos días se han conocido varios escándalos que permiten inferir el grado de corrupción de algunos de los integrantes de la guardia y la altísima vulnerabilidad que hoy tienen las cárceles del país.
En las últimas horas, la Procuraduría decidió abrir una investigación y ordenó una inspección en la cárcel La Picota tras la fuga de dos exguerrilleros de las Farc, al parecer, luego de sentarse a tomar trago adentro del penal con un dragoneante que les abrió la puerta y los dejó salir para que trajeran más licor.
Se han recibido mensajes de algunos abogados que dicen representar a los dos internos, quienes afirman que estas personas tienen intención de regresar a prisión.
Vea aquí: Inpec investiga funcionarios por fuga de exguerrilleros de las Farc de cárcel La Picota
El otro caso ocurrió en la cárcel de Bellavista de Medellín de donde se escapó un hombre condenado por abuso sexual contra un menor de edad, quien tuvo tiempo para dejar una carta de agradecimiento a los dragoneantes que confiaron en él y lo dejaron escapar.
De manera simultánea se conoció un informe de la Contraloría que evidencia la falta de control en el Inpec, con sus más de 70 sindicatos de empleados y casi 80 años en permisos pendientes para sus trabajadores.
Si a esto le sumamos los líos con los brazaletes y la polémica por la decisión del director del instituto de trasladar al exsenador David Char de la cárcel La Picota a una base de la Fuerza Aérea en Malambo, estamos ante una tormenta perfecta.
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De hecho, el Inpec es una entidad con muchas dificultades por el hacinamiento en las cárceles, los líos para el monitoreo de los procesados con brazalete electrónico que gozan de detención domiciliaria y las constantes denuncias por corrupción en contratación y de algunos miembros de la guardia.
Si a esto le sumamos un director ausente, al menos para explicar los problemas que se presentan en su instituto a los colombianos, el general de la Policía Jorge Luis Ramírez Aragón, estamos ante una situación aún más compleja, que de nuevo hace pensar en la necesidad real de una reforma al sistema penitenciario y carcelario del país, que realmente resocialice a los internos y sea efectivo en el control a sus guardias.
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