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Cruel indiferencia: mataron a un hombre y los testigos, en vez de evitarlo, se pusieron a grabar

Quien deja que su corazón sea indiferente y sólo piense en los suyos, construye su propia infelicidad, porque nos necesitamos entre todos.

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Alberto Linero
Foto: Alberto Linero

Leo la noticia y quedo impresionado. En una ciudad costera italiana, en la región de Marche,fue asesinado a golpes, en plena calle, un vendedor nigeriano, mientras las demás personas veían indiferentes y algunos alcanzaron a gritar. El suceso generó mucha indignación y un debate sobre la falta de solidaridad. También situaciones en las que se expresa la total indiferencia, han sucedido aquí en nuestro país.

Es como si hubiéramos sufrido una metamorfosis, perdiendo ese sentimiento de querer ayudar al que está en situaciones difíciles. Es como si el miedo, el egoísmo y el no querernos comprometer, le ganara a la solidaridad.

Creo que lo contrario al amor es la indiferencia, y que en la medida que nos encerremos en nuestros intereses y sólo nos movilicemos por lo que nos afecta directamente, construiremos contextos deshumanizados en los que será imposible ser feliz.

Entiendo los límites y los temores que nos saltan en el corazón, pero no comprendo la indolencia ante el dolor de los demás. Olvidarnos de ellos y escondernos ante sus necesidades, no sólo expresa una mala condición, sino que a la vez nos pone en el riesgo de no ser ayudados cuando estemos en una situación parecida.

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No faltan quienes justifican y defienden con fuertes expresiones esa indiferencia ante el que sufre, algunas veces hasta argumentan que esa persona vive lo que merece, olvidando que ser humano es aprender a coexistir en medio de las diferencias y cuidarnos entre sí.

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Quien deja que su corazón sea indiferente y sólo piense en los suyos, construye su propia infelicidad, porque nos necesitamos entre todos.

Recuerdo la frase de Bertold Brecht: «Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero, tampoco me importó. Mas tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde.»

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