Para la mayoría de los seres humanos, pedir perdón no es tarea fácil. Reconocer nuestras fallas y ofrecer disculpas sinceras a quienes hemos herido con nuestras palabras o acciones resulta complicado. Muchas veces, las excusas que damos carecen de autenticidad; las ofrecemos sin estar realmente convencidos de ellas . Pero, ¿por qué nos cuesta tanto disculparnos? Creo que esto se debe a varias razones.
Una de ellas es el ego. A muchos les cuesta disculparse porque lo ven como una admisión de debilidad o fracaso. El ego se resiste a aceptar que nos hemos equivocado o a mostrarnos vulnerables. También influye el temor al rechazo. Nos da miedo que la otra persona no acepte nuestras disculpas o que la relación se deteriore aún más.
En el fondo, tememos sentirnos rechazados. Además, a veces es difícil aceptar que hemos hecho algo mal y que nuestras acciones han afectado a alguien más. La posibilidad de enfrentar las repercusiones de nuestras disculpas, como perder una amistad o sufrir consecuencias negativas, también puede ser un obstáculo. Y si no estamos acostumbrados a disculparnos, puede resultarnos incómodo o poco natural. Algunas personas, en lugar de asumir la responsabilidad, prefieren culpar a factores externos para justificar su comportamiento.
Un ejemplo de esto lo podemos ver en las disculpas de Dibu Martínez tras la sanción de la FIFA por su agresión a un camarógrafo. Su disculpa fue: “La acepto y pido disculpas si ofendí a alguien”.
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Aquí notamos que no está seguro de haber ofendido a alguien, lo que hace que su disculpa pierda autenticidad. Entonces, ¿Cómo se presenta una disculpa sincera?
1. Reconocimiento del error: Sé claro y directo al admitir que te equivocaste. Expresiones como “me equivoqué al…" o "lamento haber..." son fundamentales.
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2. Empatía: Demuestra que entiendes cómo tus acciones afectaron a la otra persona. Usa frases como "me doy cuenta de que mis acciones te hicieron sentir..." o "puedo imaginar lo difícil que esto ha sido para ti".
3. Arrepentimiento: Expresa tu pesar genuino y tu deseo de haber actuado de otra manera. Frases como "lamento mucho haberte causado dolor" o "realmente me arrepiento de lo que hice" son apropiadas.
4. Evita justificaciones: No busques excusas para tu comportamiento. Al enfocarte en las razones por las que actuaste de cierta manera, podrías restar valor a tu disculpa.
5. Compromiso de cambio: Si es relevante, manifiesta tu intención de cambiar en el futuro. Esto demuestra que has aprendido de la experiencia. Creo que este episodio en el fútbol nos invita a reflexionar sobre algo muy cotidiano en nuestras vidas: equivocarnos, reconocerlo y aprender a ofrecer disculpas sinceras.
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