Cuando la vida se pone difícil, cuando recibimos malas noticias, cuando no entendemos por qué algunas personas actúan de esa manera, cuando no vemos tan claro el futuro ¿cómo nos llenamos de esperanza?.
Estoy claro que nada nos puede hacer perder la esperanza. Ese dinamismo que nos impulsa a trabajar en función del futuro deseado tiene que estar presente en todos los momentos de la vida, sobre todo cuando las situaciones son más difíciles.
Encontramos ánimo para creer, confiar y llenarnos de esperanza en:
- La memoria de lo superado: no es la primera vez que estamos atravesando momentos difíciles y en el pasado hemos podido salir adelante, pues entonces, recordar esas otras crisis vividas y superadas puede ayudarnos a entender que el dolor no es eterno, que el caos no nos gana, que siempre es posible restaurarse. La historia personal también es una fuente de esperanza. Si ayer pudimos levantarnos, también hoy podremos hacerlo.
- El compromiso con un propósito: hay que tener claro cuál es el propósito de nuestra vida, hacia dónde caminamos, cuál es nuestra razón de vivir. Porque tener una causa, un proyecto o una razón por la cual seguir, nos ayuda a ordenar las emociones y enfocar la energía. La esperanza también nace cuando se tiene claro por qué y para quién vale la pena resistir. La esperanza no es pasividad, es una fuerza que nos impulsa a actuar a pesar del miedo o del cansancio, es saber que aunque el presente sea difícil, somos capaces de encontrar soluciones.
- Aferrarse a los pequeños gestos y acontecimientos: como se trata de no perder la motivación ni la fuerza, hay que estar atento a descubrir esas manifestaciones de bondad, de sensatez y de fortaleza para seguir adelante. No debemos quedarnos con la maldad de los que buscan la violencia y destruirlo todo en su demencial mesianismo sino ser capaces de enfocarnos en aquello bueno que sucede y que nos puede motivar.
Quienes han cultivado una espiritualidad sólida encuentran en la relación con Dios una fuente inagotable de sentido para no dejarnos arrastrar por el pesimismo y la violencia, y para comprometernos con lograr que todo sea mucho mejor.