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El verdadero significado y compromiso de ser padrino

Lástima que a algunos se les olvide que no es un acto sin más, sino una praxis constante de darle testimonio de lo que creen y las consecuencias que eso trae para la vida.

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Alberto Linero
Foto: cortesía Alberto Linero

Fueron muchos los niños y niñas que bauticé en el ejercicio de mi ministerio presbiteral. Creo que tiene mucho sentido la decisión de los padres de compartir con sus hijos e hijas la fe que consideran valiosa y determinante para sus vida.

Lástima que a algunos se les olvide que no es un acto sin más, sino una praxis constante de darle testimonio de lo que creen y las consecuencias que eso trae para la vida.

Allí tuve la ocasión de encontrarme con todo tipo de padrinos, desde los más formados espiritualmente que asumían su compromisode ser modelos para los ahijados, hasta los que ni les importaba el tema sacramental y que sólo querían cumplir un compromiso de “compadrazgo”.

Por eso ayer me pareció interesante leer que Monseñor Giacomo Cirulli, un obispo de Italia, tomó la decisión de que en los bautizos se prescindiera de los padrinos, ya que según él, el sentido de eso está perdido. Él mismo promulgará el decreto el próximo 20 de marzo en el que pretende eliminar esa figura de los padrinos y madrinas.

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Claro, si no se entiende para qué son los padrinos, pues mejor que no los haya. En la sociedad del egoísmo es complicado hacerse responsable de otro y ayudarle a que encuentre el propósito de su vida o colaborarle para que pueda ser una persona autónoma, responsable y solidaria con los demás. No es un compromiso que se quiera adquirir fácilmente. Y no se trata sólo de la dimensión religiosa, sino de querer amparar, secundar, cuidar y ayudar a otros en las respectivas realizaciones de sus proyectos y planes.

Particularmente he tenido personas que se han comportado como verdaderos padrinos, porque me han ayudado, orientado, acompañado en procesos que sin ellos no pudiera ejercer. Creo que la propuesta de acabar con los padrinos en la celebración del sacramento puede ser un reconocimiento de que no se ha explicado bien la función y no se ha generado el compromiso necesario.

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Es reconocer el fracaso que se ha tenido en la formación, pero en el ámbito ciudadano es el triunfo del egoísmo en el que nadie quiere ayudar a otro.

Escuche a Alberto Linero:

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