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Es necesario hacer una alianza con la verdad, solo así se es confiable

No podemos ser ingenuos, ni para creer que el otro va a caer en nuestra mentira, ni para confiar benévolamente en lo que el otro dice.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Todo diálogo parte de un ejercicio de confianza. Estoy abierto a la verdad que el otro me va a comunicar y creo en su intención de ser veraz, de no mentir. Es esta una condición fundamental para que la comunicación fluya. Sin embargo, cada vez más estamos ante la necesidad de sospechar y de cuestionar racionalmente lo que el otro propone en sus relatos.

En tiempos de la postverdad, que se entiende “como a la distorsión deliberada de una realidad, manipulando creencias y emociones con el objetivo de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales”, se nos exige romper esa benevolente confianza y sólo creer luego que se ha demostrado la verdad de lo que leemos y escuchamos. Estoy seguro de que así los otros serán más cuidadosos al intentar tramarnos con una mentira. La ingenuidad no puede ser la actitud con la que trabamos relación con cualquier relato.

Esto lo digo a partir de la historia de la diseñadora barranquillera que supuestamente había participado en “El Niño y La Garza", la película japonesa ganadora del Globo de Oro. No podemos ser ingenuos y creer todo lo que se nos dice. Menos en la época que algunos repiten, sin verificar, lo que otros han dicho. El pensamiento crítico es fundamental hoy más que nunca.

Es necesario hacer una alianza con la verdad, sólo así se es confiable. La mentira no sólo causa daño a las otras personas y a las relaciones que sostenemos, sino que empuja al mentiroso a vivir en un mundo irreal, casi que paralelo. Podríamos detenernos a pensar en la primera mentira, porque casi siempre ella genera el efecto de la bola de nieve que cae, termina exigiendo más y más mentiras mientras se avanza. Soy partidario de que toda mentira es inmoral, así como lo enseñan Kant y Agustín de Hipona.

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Entonces, no podemos ser ingenuos, ni para creer que el otro va a caer en nuestra mentira, ni para confiar benévolamente en lo que el otro dice.

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