Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reciba notificaciones de Blu Radio para tener las principales noticias de Colombia y el mundo.
No activar
Activar

Publicidad

La fe no contradice la ciencia, la potencia: Alberto Linero

No se trata de una relación antagonista sino de complementación. El conocimiento y la espiritualidad no son enemigos, sino compañeros.

Alberto Linero (3).jpg
Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Soy un hombre de fe. No entiendo la existencia sin esa posibilidad de trascender confiado en Dios. Creo que la fe es un don, se tiene o no se tiene. Estoy seguro de que ella no me exonera de las responsabilidades que tengo como ser humano concreto. Por ello creo también en la ciencia como una herramienta necesaria para vivir en bienestar, potenciando nuestras posibilidades y ayudándonos a resolver las dificultades que tenemos. Es vivir con convicción en unas apuestas existenciales que le dan sentido a cada actuación.

Por eso celebré el post del neurocirujano Fernando Hakim, el médico que comandó la intervención quirúrgica de Miguel Uribe. Este post decía: “San Charbel, intercesor de los milagros, acompáñame en cada cirugía, guía mis manos con sabiduría, precisión y compasión.” Es la unión de la fe y la ciencia. Del trabajo serio y científico con la confianza en Dios. No es una visión “sacralista” que deja todo a Dios, pero tampoco el ego humano que cree que puede resolverlo todo. Cada uno vive esa fe desde las opciones religiosas que ha hecho.

En el caso del médico, pide la intercesión de San Charbel. Los católicos creemos en la comunión de los santos y sabemos que ellos interceden ante Jesús, único mediador. San Charbel fue canonizado por Pablo VI en 1977 y es muy conocido entre los cristianos libaneses por su intercesión, tanto que es llamado el «Monje Milagroso del Líbano». Por eso muchos creyentes lo invocan en momentos de enfermedad o dificultad.

Este testimonio de vida me confirma en mi visión de que no hay contradicción entre ciencia y fe, siempre y cuando estas se vivan con humildad y apertura. La ciencia nos facilita herramientas y método para comprender y transformar la realidad, y la fe le da sentido y nos ayuda a sostenernos cuando esa realidad nos supera. No se trata de una relación antagonista sino de complementación. El conocimiento y la espiritualidad no son enemigos, sino compañeros de camino cuando se busca vivir con sentido y coherencia.

Necesitamos más profesionales que vivan con rigor y espiritualidad, más ciudadanos que integren lo que creen con lo que hacen. En tiempos tan difíciles como los que vivimos, la confianza en Dios y el compromiso con la excelencia son dos formas de resistir el miedo y seguir apostándole a la vida.