En una reunión con un grupo de seminaristas italianos, el papa León XIV defendió que el celibato es un carisma que debe reconocerse, protegerse y educarse. Para ello, citó a su padre fundador, San Agustín.
La verdad, estoy de acuerdo en que es un don y que quienes lo tienen y lo reconocen deben vivirlo desde su relación personal con Dios. Pero creo que puede ser opcional y que no todo el que tiene vocación presbiteral tiene, obligatoriamente, que tener vocación celibataria.
Sabemos, por la historia, que no siempre los presbíteros han sido célibes de forma obligatoria. Si revisas, te das cuenta de que esta condición para los sacerdotes católicos de rito latino se fue consolidando gradualmente a lo largo del tiempo.
Fue en el siglo XII, con los concilios de Letrán, y específicamente en el siglo XVI, cuando se estableció como una norma obligatoria. Es decir, en la historia hubo presbíteros católicos de rito latino que fueron casados.
Entonces, creo que esto nos lleva a entender que sí es posible vivir presbiteralmente y estar identificado con Cristo sin ser obligatoriamente célibe, ya que decir lo contrario sería negarles a los ordenados casados de siglos pasados su validez y su realización.
Tengo que decir que, para mí, teológicamente no hay ninguna razón para negarle a una persona que no quiera ser célibe la posibilidad de ejercer el presbiterado. Y creo que, hoy, en pleno siglo XXI, sería un testimonio más profético y efectivo una persona casada que tiene una sana familia y, a la vez, preside la comunidad de la fe.
De hecho, hace unos meses visité a mi amigo Alberto Cutié, un antiguo presbítero católico romano y que ahora es católico anglicano, quien es párroco en Plantation, en la Florida, y preside con gran celo pastoral su parroquia. Vive una sana y humana vida de pareja y de familia. Es decir, sí se puede.
Creo que, pastoralmente, es incoherente hacerles comprender a los creyentes el valor de la vida familiar, de la vida de pareja, y a la vez decirles que quienes han decidido presidir la eucaristía o vivir ministerialmente no pueden tener una vida en pareja.
Conozco santos presbíteros célibes, y también muchos casados que podrían vivir el llamado vocacional al presbiterado de manera santa.
¿Cuántos jóvenes hoy se sienten llamados a ejercer el presbiterado y no lo pueden hacer porque ven en el celibato obligatorio un obstáculo?
Los seminarios en Colombia cada vez están más vacíos, y tristemente son muchas las comunidades que se quedan sin eucaristía porque no hay un hombre célibe ordenado, cuando sí existen hombres casados que podrían ser ordenados y presidir la celebración.
No creo que yo vuelva a ejercer si el celibato deja de ser obligatorio. Lo digo para que no crean que estoy hablando en términos personales.
Aunque el papa tiene razón en que debe reconocerse, cuidarse y protegerse, también creo que no debe ser obligatorio, sino opcional, como ocurre en varias iglesias.