Quien quiere vivir en sociedad tiene que aprender a pedir perdón y a perdonar
Se requiere educación emocional para saber gestionar los impulsos y poder responder con inteligencia y mucha responsabilidad.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El perdón es un proceso necesario para cualquier ser humano que quiera ser feliz. Consiste en recuperar la paz perdida, recordar sin dolor y tomar la decisión de lograr que la herida abierta sane y cicatrice. Es un proceso interior que busca la serenidad de quien quiere sostener relaciones respetuosas, funcionales y emocionantes. Es la base para rehacer los vínculos que se han roto, pero no siempre le acompaña la reconciliación.
Perdonar no implica ni olvido ni exonerar a la otra persona de las sanciones y consecuencias que debe asumir por su acción. Es así en todas las dimensiones de la vida: en la acción política y social donde no se puede confundir perdón con impunidad; en la vida familiar, donde al hijo que falla se le perdona, se le da una nueva oportunidad, pero debe asumir el castigo que lo ayuda a ser responsable de sus decisiones y acciones.
Muchas veces el amor, la corrección política o la doctrina cristiana mal entendida, presentan el perdonar como el conseguir que el infractor no tenga necesidad de enfrentar el castigo legal, social y hasta familiar por lo que hizo. Confundir el perdón con exención de sanción, lo único que hace es generar precedentes y propiciar que las personas vuelvan a cometer los mismos errores.
Estoy pensando, por ejemplo, en el hincha del deportivo Tolima que agredió por la espalda al jugador Daniel Cataño de Millonarios. Él responsablemente pidió perdón, y creo que como sociedad se lo debemos dar, pero igual tiene que asumir una sanción que sirva para que nadie más crea que pagar una boleta para entrar al estadio le da el derecho de agredir a los jugadores.
Se requiere educación emocional para saber gestionar los impulsos y poder responder con inteligencia y mucha responsabilidad. También es necesario que entendamos que todas nuestras acciones traen consecuencias y que las tenemos que asumir. El perdón es una experiencia sanadora y reparadora, pero no un argumento para que sigamos fallando en lo mismo. Quien quiere vivir en sociedad, tiene que aprender a pedir perdón y a perdonar, asumiendo las consecuencias de sus decisiones equivocadas que causan daño.
Escuche a Alberto Linero: