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Siempre es mejor estar en casa, pero a veces es imposible: reflexión de Linero sobre migración

Tengo clara que nadie migra forzosamente si no está amenazada su vida y su estado de bienestar. Siempre es mejor estar en casa, pero a veces es imposible.

Migración Frontera México
AFP

Las cifras de migración nos enfrentan ante una situación alarmante que exige respuestas inmediatas y estructurales (en el 2023 más de 360 mil personas han pasado por el Darién camino a realizar el sueño americano. Las historias de los que atraviesan en las peores situaciones muestran lo vulnerable que es aquel que abandona su tierra, presionado por la pobreza y la falta de oportunidades, y armado de la esperanza enfrenta todo tipo de incertidumbre.

He estado en Necoclí y conozco que estos pueblos de nuestro país no tienen ni siquiera las condiciones básicas para responder a sus habitantes satisfactoriamente menos lo pueden hacer con los miles de migrantes que en sus calles aguardan continuar su peligroso recorrido.

Ayer el papa Francisco insistía en proteger la “dignidad humana” ante el “fenómeno migratorio” pero estoy seguro de que nadie lo escuchaba ni en Europa ni por estos lados. Ya que la comodidad de algunos los hace sordos ante las necesidades del más débil y otros empujados por sus opciones ideológicas prefieren mirar para otro lado.

Tengo clara que nadie migra forzosamente si no está amenazada su vida y su estado de bienestar. Siempre es mejor estar en casa, pero a veces es imposible.

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Todavía recuerdo el relato de una amiga venezolana que después de estar 7 años en Colombia con visa de trabajo este año ha tenido que enfrentarse a situaciones muy difíciles por algunos cambios en la política migratoria colombiana. Y la verdad a nadie le importa. Es como si el dolor del otro no nos interesara o simplemente creemos que los otros merecen las penurias que tienen que vivir, lo cual no solo muestra nuestra incapacidad de ver la realidad sino alguna maldad escondía en lo profundo del corazón. Entiendo el poder de las palabras, pero creo que en este caso hay que hacer mucho más que hablar.

Aquí la reflexión de Alberto Linero:

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