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Una persona sana no se alegra de la muerte o de alguna desgracia de otro ser humano

No estoy diciendo que se requiere abdicar de las posiciones políticas o religiosas, ni ser indiferente ante la injusticia que el otro ha podido cometer, ni renunciar a nuestras opciones éticas.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Sin compasión el ser humano no puede ser feliz. Quien deja que su corazón se llene de odio, desprecio y ganas de destruir al otro, aunque alcance todos sus objetivos será infeliz. Hay personas con las que chocamos ideológicamente, con las que no congeniamos en ninguna situación, de las que tenemos la peor impresión y creemos que deben pagar ante la justicia sus acciones malvadas. Pero, no podemos dejar que esas personas nos conviertan en fuente de pensamientos, emociones, actitudes y acciones que nos destruyan a nosotros mismos.

Una persona sana no se alegra de la muerte o de alguna desgracia de otro ser humano. Para poder convivir civilizadamente necesitamos ese mecanismo “mediante el cual se nos transmiten los sentimientos de otros, lo que equivale a decir que nosotros llegamos a experimentar un sentimiento del mismo tipo del que están experimentando ellos” (Taylor, C. 2003).

No estoy diciendo que se requiere abdicar de las posiciones políticas o religiosas, ni ser indiferente ante la injusticia que el otro ha podido cometer, ni renunciar a nuestras opciones éticas. Me refiero a la capacidad de ser compasivos y guardar silencio si no tenemos nada bueno que decir; también hablo de actuar desde la humanidad compartida. Para ello se hace necesario no dejarse impulsar por las intensas reacciones emocionales, sino pensar con detenimiento y sabiduría, solidarizándonos con los que sufren por la tragedia de alguien y entender que a todos nos duele lo que le sucede a los que amamos. Sobre todo, con la conciencia de que no somos mejores que nadie; aunque seamos legales y éticos, nunca tendremos más dignidad que las otras personas, así sean los mayores delincuentes.

A mí me escandaliza cuando encuentro que las personas religiosas son las menos compasivas, porque eso muestra que están lejos del mensaje de Jesús de Nazaret. Además, moverse inmediatamente y sin pensarlo ante el sufrimiento ajeno, forma parte de lo que significa ser humano.

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