Venezuela no ve luz al final del túnel: opinión de Ricardo Ospina
Como dijo un agudo articulista: Maduro corrió solo y llegó segundo. Pese a ello, se ha instalado una nueva dictadura en el Caribe.
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En Venezuela no hubo cambio, aunque sí se pudieron ver las costuras de un gobierno autoritario desgastado, que a pesar de completar 19 años en el poder, tiene tan poco apoyo popular y tan débil músculo electoral, que en las elecciones presidenciales de ayer, Nicolás Maduro apenas obtuvo 6 millones 100 mil votos, sin tener contrincante; como dice hoy un agudo articulista del diario El Nacional: Maduro corrió solo y llegó segundo.
Llegó segundo porque la abstención, que no es un mal propiamente tradicional en la democracia venezolana, aunque aquí, ese sistema de gobierno y de sociedad se esfumó, alcanzó anoche según las cifras más optimistas, es decir las del oficialista Consejo Nacional Electoral, el 52 por ciento de los votos.
Más de 10 millones de venezolanos acataron la instrucción opositora de ignorar la jornada, o aburridos de la farsa democrática de Maduro, con elecciones cada tres meses, decidieron quedarse en casa.
Los cálculos para otros observadores de la abstención pueden llegar a más del 80 por ciento, y la verdad es que las imágenes de los centros de votación vacíos, el recorrido de BLU Radio por Catia, Chacao, Prados del Este, Petare y otras zonas, populares y de estratos medio y alto, tenían un común denominador: había más jurados y guardias en las mesas que votantes.
Como si esto fuera poco, el chantaje del gobierno a sus bases fue grosero: fuimos testigos de cómo una humilde mujer de 72 años, hastiada de esta situación, tuvo que ir obligada a votar, para poder asegurar el mercado Clap que le vende el gobierno, para tener su mesada pensional y para no perder algunos otros beneficios.
La tenaza autoritaria está montada y funciona perfectamente aceitada: un pueblo empobrecido, al que "papá Estado" le provee de manera miserable alimentos y acostumbró a vivir de subsidios, entrega todo tipo de ayudas, algunas inservibles, a cambio de su voto para perpetuar la misma máquina de ineptitud y corrupción que hoy manda en Venezuela.
Los retos son muchos: en Venezuela no hay dinero circulante, no hay efectivo, la inflación este año va a ser del 15 mil por ciento, un kilo de carne cuesta 4 millones de bolívares y el salario mínimo son dos millones de bolívares. Pronto habrá nuevo cono monetario pero eso solo será como esconder el mugre debajo del tapete.
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La salida de la crisis no se ve al final del túnel, pareciera que ayer se taponaron las vías, principales y alternas, de lograr una transición democrática: ahora les toca a los venezolanos hallar nuevos liderazgos y por supuesto, con un apoyo real de la comunidad internacional, tratar de salir de lo que hoy pasa: se acomodó una nueva dictadura en el Caribe, al lado de Colombia y en plena América Latina.