Reducen gallinazos en El Carrasco para proteger operación aérea del aeropuerto Palonegro
Además de controlar esta especie, El Carrasco se ha convertido en un ecosistema diverso, donde hoy conviven 77 especies de aves.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
El relleno sanitario El Carrasco, históricamente señalado como un foco de riesgo ambiental y amenaza para la seguridad aérea del Aeropuerto Internacional Palonegro, se transformó en un ejemplo de sostenibilidad y conservación en el área metropolitana de Bucaramanga.
De acuerdo con la Empresa de Aseo de Bucaramanga (Emab), la implementación de un robusto plan ambiental permitió reducir en un 84% la población de gallinazos negros (Coragyps atratus), mitigando el riesgo que representaban para las operaciones aéreas en la terminal. Esta acción responde al cumplimiento de la sentencia del Consejo de Estado de 2024, que ordenaba garantizar la seguridad de la operación aérea ante el sobrevuelo de estas aves carroñeras.
Laura Lozano Suárez, bióloga de El Carrasco, explicó: “Así como entendemos la importancia ecológica del gallinazo, sabemos que la seguridad aérea también es importante, por esto nos enfocamos en mantener un equilibrio entre la naturaleza y el hombre, mitigando los riesgos que ocasionan los gallinazos. Este modelo de sostenibilidad mejora la calidad de vida y aporta a la biodiversidad del área metropolitana”.
El primer censo de gallinazos, realizado en 2009, registró 3.529 individuos. Sin embargo, con la ejecución del Plan de Manejo Ambiental para el Control del Gallinazo, iniciado en 2017, la cifra se redujo a 1.260 en ese año y descendió a 575 en 2021. Para 2025, la población se mantiene en cerca de 500 aves.
Además de controlar esta especie, El Carrasco se ha convertido en un ecosistema diverso, donde hoy conviven 77 especies de aves -entre ellas 7 migratorias-, 8 especies de mamíferos, 4 anfibios y 16 reptiles, consolidándose como un pulmón ambiental en la región.
Entre las estrategias implementadas destacan el ahuyentamiento manual de gallinazos sin generarles lesiones, el cubrimiento diario de residuos con materiales que reducen olores y alimentos atractivos para estas aves, y la modificación del hábitat mediante revegetalización y cierre técnico de celdas. Además, censos periódicos permiten monitorear las poblaciones y ajustar las acciones de manejo.