Nuevo estudio desmiente creencia sobre el consumo de alcohol: a tener cuidado con su salud
El trabajo, publicado en la revista BMJ Evidence Based Medicine, fue liderado por un equipo de científicos de la Universidad de Oxford.
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Durante años, distintas investigaciones han planteado la posibilidad de que el consumo moderado de alcohol podría tener un efecto protector frente a enfermedades neurológicas.
Sin embargo, un nuevo análisis internacional pone en duda esa creencia y advierte sobre riesgos que podrían haber sido subestimados.
El trabajo, publicado en la revista BMJ Evidence Based Medicine, fue liderado por un equipo de científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y se apoya en el mayor estudio combinado de tipo observacional y genético realizado hasta ahora sobre la relación entre alcohol y demencia.
Los resultados iniciales de los datos observacionales parecían apuntar a que un consumo ligero de alcohol estaba asociado con un menor riesgo de demencia. No obstante, al aplicar un método genético más preciso, denominado aleatorización mendeliana, la conclusión fue distinta.
Este análisis genético mostró que el riesgo de demencia aumenta de manera estable a medida que crece la ingesta de alcohol, sin evidencia de que un nivel bajo de consumo pueda proteger al cerebro.
“Los hallazgos sugieren un papel causal del consumo de alcohol en el aumento del riesgo de demencia, sin que haya pruebas que respalden un efecto protector en ningún nivel de consumo”, señala el artículo publicado en BMJ Evidence Based Medicine.
Hasta ahora, algunas teorías habían sugerido la existencia de una “dosis óptima” de alcohol que podría ser beneficiosa para la salud cerebral.
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Sin embargo, la investigación liderada por Oxford advierte que la mayoría de los estudios previos se habían enfocado en personas mayores o no habían diferenciado entre quienes dejaron de beber y quienes nunca lo hicieron, lo que complicaba el análisis de causalidad.
El nuevo estudio pone en evidencia que la reducción del consumo antes de un diagnóstico de demencia puede generar interpretaciones engañosas en trabajos basados únicamente en datos observacionales.
Los autores también reconocen ciertas limitaciones en su trabajo. Una de ellas es que las asociaciones más claras se encontraron en personas de ascendencia europea, ya que constituían la mayoría de la muestra.
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Además, la técnica de aleatorización mendeliana se basa en supuestos que no siempre pueden verificarse plenamente.
Aun así, el equipo considera que sus hallazgos cuestionan de manera directa la idea de que niveles bajos de alcohol son neuroprotectores.
Por el contrario, la predicción genética sugiere que el riesgo de demencia aumenta de manera constante en la medida en que se incrementa la ingesta de esta sustancia.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores recurrieron a dos fuentes de información de gran escala: el Programa del Millón de Veteranos en Estados Unidos y el Biobanco del Reino Unido.
En ambos casos, se analizaron datos de personas de entre 56 y 72 años, seguidas durante largos periodos: un promedio de cuatro años en el grupo estadounidense y de doce en el británico.
Los participantes fueron monitoreados desde su ingreso a los registros hasta que se presentó un primer diagnóstico de demencia, el fallecimiento o la fecha del último seguimiento.
De esta manera, los equipos pudieron observar los efectos tanto en quienes consumían alcohol en diferentes cantidades como en aquellos que no lo hacían.
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