Si alguien conoce el daño que ETA le ha hecho a España es el periodista vasco Rafael de Miguel, quien ha trabajado más de 25 años en las emisoras de la Cadena SER cubriendo los ataques y atentados del ahora extinto grupo terrorista.
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En la "declaración final" que puso fin a 59 años de existencia de ese grupo, con un balance de más de 800 muertos, ETA, que se presenta como "organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional", delegó al "independentismo de izquierdas" la misión de conseguir "la constitución del Estado Vasco".
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Pero para De Miguel este “es un epílogo agridulce porque la historia de ETA es la historia de 60 años de andanzas (…) Es además un epílogo triste por los 855 asesinatos, los miles de heridos, los 355 asesinatos sin resolver, gente que no ha tenido justicia. Los miles de empresarios amenazados y extorsionados por la banda terrorista, y los miles de personas que tuvieron que marcharse del País Vasco para huir de ETA”.
El reportero insiste en que este es “un epílogo amargo, pero al fin esto ha acabado” pues una vez disuelta ETA, el combate exclusivamente político por la independencia del País Vasco queda en manos de la izquierda separatista, bien asentada en la región, aunque todavía no se haya desprendido de la herencia sangrienta de la organización armada.
La organización armada respaldó, de forma más o menos directa, la extinta coalición separatista Herri Batasuna interrumpiendo, por ejemplo, sus atentados antes de las contiendas electorales.
La izquierda abertzale por su parte llevaba las reivindicaciones de ETA al terreno político, reclamando la liberación de los etarras encarcelados o la flexibilización de sus condiciones de detención.
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