Patóloga forense revela cuál es la peor forma de morir: "Antigua tortura"
La patóloga forense Charmaine van Wyk revela los métodos más crueles de la historia que prolongan el sufrimiento y desafían los límites del dolor humano.
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Existen muertes que no solo ponen fin a la vida, sino que convierten cada segundo en un tormento prolongado.
Mientras muchas personas temen la muerte de manera abstracta, otros sienten curiosidad por conocer cuáles han sido los métodos más dolorosos registrados a lo largo de la historia.
Recientemente, la patóloga forense Charmaine van Wyk puso sobre la mesa un tema escalofriante: algunas formas de morir en la antigüedad superan cualquier dolor imaginable.
Según Van Wyk, la crucifixión es uno de los métodos más crueles jamás ideados. Al colgar el cuerpo de una persona de sus extremidades, el peso de su propio cuerpo provoca lesiones musculares severas y dificulta la respiración.
Para poder inhalar, la víctima se ve obligada a levantarse lentamente con los brazos clavados, prolongando el sufrimiento hasta que finalmente la muerte llega.
Sin embargo, esta práctica no sería la más espantosa. Van Wyk señala al escafismo como la tortura suprema: un método en el que la víctima era encerrada en un cajón de madera con aperturas para la cabeza, los brazos y las piernas, cubierta con leche y miel en mal estado para atraer insectos, y alimentada con comida que inducía diarrea.
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Durante días, moscas, mosquitos y otros insectos se alimentaban de su cuerpo y, en casos extremos depositaban huevos causando infecciones graves. La muerte llegaba finalmente tras una agonía que combinaba dolor físico, deshidratación y la conciencia plena de la víctima.
Aunque la historia documenta estos métodos como los más brutales, especialistas modernos recuerdan que existen otras formas de morir igualmente terroríficas: quedar atrapado en un flujo piroclástico, ser enterrado vivo, la exposición a radiación intensa o la descompresión extrema.
Incluso enfermedades como el cáncer pueden generar un deterioro físico prolongado, según opinan algunos técnicos en autopsias, aunque sin la violencia directa de la tortura antigua.
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La reflexión de Van Wyk pone en evidencia la crudeza de ciertas prácticas históricas y nos recuerda que la historia de la humanidad no solo está marcada por la vida, sino también por formas de sufrimiento que hoy resultan casi inimaginables. Para ella, el escafismo representa la culminación del horror: un método donde el dolor físico y la conciencia de la víctima se combinan para crear lo que podría considerarse la peor muerte posible.